ROJO PÚRPURA

6.

❝Amigos siendo amigos❞

Con una melodía lenta de piano sonando por los parlantes del salón, comenzaba así el baile de los novios. Pronto Make You Feel My Love, un cover de Sleeping At Last sonaba con todo su esplendor en cada esquina del salón. Barney y Emilia bailaban abrazados, con las frentes unidas, en el medio de la pista de baile, que estaba bañada con un vapor blanco que se mantenía cerca del suelo y estaba siendo iluminada por miles de lucesitas que brillaban en la pared del fondo. Las luces del techo se habían atenuado para darle un tinte más romántico al momento.

Todos los invitados los rodeaban formando un círculo perfecto, admirando el amor que desprendían los recién casados. Entre toda esa gente, estaba el grupito de amigos que por el momento se mantenía junto y unido. Kate tenía la cabeza ladeada, dejando que esa sensación melosa que le provocaba la ternura la invadiera. No era muy apegada al romanticismo ni esas cosas, pero tenía que admitir que esa escena la hacía tener un poco de ganas de encontrar a ese alguien ideal. Por su parte, la concentración de Barton se dividía en dos, en su hermano bailando lento con su esposa, y en su mano que rozaba intencionalmente con la de Natasha.

Se palpitaba como mágico, aunque sabía la espía que era producto de esa canción tan bonita, de ese suelo que te hacia sentir como estar sobre una nube, de esas luces que parecían estrellitas, de ese tacto leve del arquero que le desataba una revolución. Giró su cabeza para mirarlo, los ojos de Barton enseguida encontraron los suyos.

No era magia. No sabía con exactitud lo que sentía en ese momento, pero estaba segura que no era magia.

Los dos estiraron apenas los dedos hacia la mano del otro, como si quisieran que nadie los notara, mantener aquello solo para ellos. Clint envolvió los dedos de Natasha con los suyos. En lo que duró el resto de la canción se quedaron así. Luego, una melodía más clásica comenzó a sonar, dando inicio al vals tradicional propiamente dicho. Barney y Emilia bailaron unos cortos minutos, después el padre de la novia bailó con ella, y la madre con Barney. Clint sabía que en ese momento debería suceder también el baile con los padres del novio, pero el arquero ya había perdido la cuenta de hace cuantos años que los habían perdido. Tendría que bailar él con la novia.

«En algún momento iba a tener que hablar con ella», pensó el arquero. Si bien la había conocido y apenas saludado cuando se tuvieron que sacar las fotos después de la ceremonia, no había podido ni intercambiar más de tres palabras con ella.

Antes de soltar a la espía le dio un leve apretón, y a paso lento se acercó a la novia y su padre. Divisó de reojo que su hermano estaba bailando con su cuñada, Macarena. Educadamente, pidió el baile con la novia. El padre de ella, con un asentimiento bien marcado y una mirada gentil pero dura, se lo cedió. Enseguida Emilia lo tomó del hombro y de la mano, y para fortuna del arquero, ella guió el paso.

—Hola Clinton, que bueno al fin conocerte —le dice ella, acompañado de una sonrisa amable y tierna. Se la notaba emocionada. Emilia tenía una voz armoniosa y aguda.

—Igualmente Emilia, y dime Clint, ya no hacen falta tantas formalidades.

—Solo si tu me dices Emi. Somos familia ahora.

Clint rió.

—Es verdad, somos familia ahora, Emi —le contestó, devolviéndole la sonrisa. La novia llevaba un paso lento, ya se había dado cuanta que su cuñado no sabía bailar.

—Barney me habló mucho de ti.

—¿Sí? —Clint lucía sorprendido, pero intentó ocultarlo. Cuando su hermano le dijo que había hablado sobre él con su esposa, una parte de él creyó que era mentira.