Capitulo XX

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Hazell Russell

Lejos.

Me siento lejos.

Absolutamente lejos del mundo que me rodea. Quisiera tanto intentar orientarme, intentar volver en sí pero no lo logro.

Mis pensamientos son confusos, veo niebla a mi alrededor, o eso es lo que creo. Mis sentidos tampoco están del todo bien, no escucho siquiera el pitido del silencio.

Me siento sola. Totalmente sola.

Miles de preguntas me invaden de pronto ¿Dónde estoy? ¿Qué sucedió?... ¿Quién soy?

Esa se presentaba más.

No llegaba a mi mente absolutamente nada de mí, no se presentaban respuestas a mis preguntas, no se presentaba nada. ¿Mi color de ojos? ¿De cabello? ¿Cómo sonaba mi voz? ¿Cómo me la imagino?.

Comienzo a entrar en pánico. Me asusta no saber quién soy, me asusta no saber dónde estoy. Me da ansiedad el hecho de que en mi mente se presenten las respiraciones aceleradas pero no siento mi pecho subir y bajar.

¡Ayuda!

Quisiera gritar, pero las palabras se repiten con el eco dentro de mi cabeza. La niebla se vuelve más espesa, o eso es lo que creo nuevamente. Otra pregunta se formula en mi mente ¿Cómo llegue aquí?. Grito nuevamente, con toda la fuerza de mi garganta, pero no siento que mi boca se abra para emitir el sonido.

Entonces, cuando siento que no obtendré una cosa más que la nada, una luz aparta la niebla de mi mente y deja ver una figura femenina, cubierta con un vestido blanco caminando hacia mí. Sus pasos no suenan, puede que nada en este lugar lo haga.

¿Quién eres?

Quiero mencionar, nuevamente mi boca no emite sonido alguno.

¡Ayúdame por favor!

Nada.

Mientras más se acerca más puedo notar sus rasgos. Lleva su cabello suelto, le llega hasta el suelo, y lo arrastra por el mismo. Su piel pálida resplandece con la luz, sus ojos nunca se apartan de mí. ¿Si quiera tengo los ojos abiertos?

- Eso no importa aquí, linda.

Su voz se escucha cálida, amable, suave. Me quedo quieta, tampoco es que tenga otras opciones. Finalmente cuando llega hacia mi detallo sus ojos, de un azul bonito, como el azul del cielo, un poco más claros. Me miran divertidos, ni siquiera sé que cara estoy colocando, y eso me frustra.

- Que oportuna situación ¿No crees?

No me muevo, no respondo.

- Deja de bloquearte Hazell.

Hazell.

El nombre se repite. Se separa. Se analiza.

¿Ese era mi nombre?

- Que demente, pudo haber hecho que murieras.

¿Cómo?

Mi boca aún no se abre.

La mujer alza su mano para sujetar mi mejilla, se acerca con lentitud y deja un beso en mi frente. Al momento en el que se aleja comienzo a sentir mis articulaciones, comienzo desde los pies, pasa a mis rodillas, cierro mis manos en puño, siento mi parpadeo y el suspiro que suelto apresurada. Doy un paso hacia atrás por instinto la mujer me detalla. Me observa por un largo momento hasta que finalmente vuelve a tener su semblante en calma, esperando a que me adapte.

Bajo la mirada, me detallo de igual forma. No tengo idea de que es lo que llevo, parece un vestido, que cae sobre mis pies, y se alarga en la parte de atrás. De la cintura para arriba tengo una especie de armadura de acero. Parece un top, hecho de hierro, se ajusta perfectamente a mi cuerpo. Deja al descubierto mis brazos y cubre completamente hasta mi cuello.

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