Capítulo XXII

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Ya van cinco días desde que Harrick se fue, dejándome con un lío en la cabeza. Cinco días en los que yo aún no sé cómo actuar ante todo esto. He estado encerrada en mi habitación desde entonces, las doncellas entran dejando mi comida y cuando regresan se llevan la bandeja intacta. Mi mente se encuentra activa tal parece a cualquier cosa que ocurra a mi alrededor, pero mi cuerpo permanece quieto en el sitio en donde se encuentre en ese momento.

Mi rutina se puso en modo automático, al despertar me aseo para luego salir al balcón, pensar en Harrick y liar con mis ideas, luego ya cuando el sol se oculta vuelvo a la cama a dormir y así sucesivamente. En ocasiones Violie aparece con mi desayuno y es la que logra que coma algunos bocados. Intenta entablar alguna conversación conmigo y a pesar de que mis respuestas sean simples asentimientos y muecas ella sonríe satisfecha por lograr que mi cara reaccione de cierta forma, luego de eso ella se va dejándome con mis pensamientos.

Los reyes no han venido por aquí, ni cuervos, ni guardianes... Ni príncipe. Tampoco es como que quisiera que pasase. Cuando regrese, mis pensamientos seguían circulando por la idea de asesinar a los Griggaro sin más, los vi en los primeros minutos en los que volví a pisar el palacio. Andrew me decía cosas sobre que debía mantener mis emociones fuera cuando se trataba de tratados y conversaciones con personas de mayor rango, mientras que Celsline reprochaba el que su marido no quisiera que yo dejara salir mi lado rudo. La idea de tener su sangre en mis manos bailaba de un lado a otro en mi imaginación, los gritos de Celsline, las súplicas de Andrew, los escuchaba como una hermosa melodía a unos cuantos minutos de distancia.

Pero entonces apareció Lexandrei, y fue cuando mi mente se centró en él, en sus rasgos mostrando preocupación, su ceño fruncido y su boca pronunciando un "¿Estás bien?". Decidí irme de ahí, no podía lidiar con él en ese momento.

Luego de haber estado sola en mi habitación, espere que mi mamá apareciera mágicamente otra vez, la necesitaba más que nunca, decirle que tuvo razón, que Harrick me mintió y que fui una tonta pero no solo por eso quería hablarle. Quería saber por qué terminaría siendo reina y como es que lo lograría. A este punto de mi vida ya no me creo muy capaz de hacer nada, me he prometido tantas cosas y no he logrado ninguna, he asesinado, pero no a las personas correctas.

"Los Griggaro solo dan las órdenes"

¿Qué ganaría con mantenerlos con vida?

"El reino"

Pero escuchar eso no me gustaba nada, porque no me complacía ni un poco.

"Puedes hacerles saber los que les espera"

Entonces lo dijo.

Ellos lo dijeron.

De manera automática, un montón de imágenes pasaron por mi cabeza, la sangre, sus corazones bombeando con fuerza, su piel quemada, sus lágrimas.

Mi cuerpo entonces, luego de cinco días sin mucho movimiento, se levantó de un tirón, estaba dispuesta a dar un paso cuando de pronto mis piernas temblaron repentinamente, mi cuerpo impacto con el suelo. Un mareo se presentó al instante, cerré mis ojos a la vez que lleve mi mano a mi cabeza. Mis sentidos se alteraron, comencé a sentir todo insoportable, los sonidos me parecían muy ruidosos, el aire muy pesado, mi boca estaba seca y mis ojos dolían increíblemente.

Escuche el clic de la puerta y luego los pasos apresurados hacía mí.

- ¡Hazell!

- Cierra la boca - Solté de manera baja.

Con mis manos me empuje hacia el barandal del balcón, apoye mi espalda y comencé a tomar lentas respiraciones. Lexandrei se agacho y tomo mi rostro en sus manos, movió mi cabeza de un lado a otro y me dio suaves golpes para que respondiera a sus preguntas.

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