La Primera Impresión.

78 7 2
                                    


SILVIA

- ¿ Donde está mi angelito de cabellos dorados?. Seguro que no quiere un rico desayuno que le hice con mucho cariño.
- ¡Mami!

Unos ojos verdes aparecen dentro del armario entre la ropa, me sonríe pícaramente y se abalanza sobre mi casi tirándome al suelo, a sus casi 6 años es toda una mujercita, su papá la ve de vez en cuando y a pesar de que llevamos un año separados es un gran hombre, el fue el único amor de mi vida y fue porque ya no es más que un gran amigo. No se que fue lo que pasó, bueno sí lo sé. La rutina de todos los días y ahora es mi momento, eso es lo que necesito, aunque Erick era un gran hombre, era un poco frío y no cariñoso como yo. A mi me encantan los achuchones y era muy difícil que el me diera un beso delante de nadie. Cuando hacíamos el amor, era muy pasional, pero también muy brusco. Todo lo hacía mecánicamente y eso terminó por desesperarme. Terminaba de hacer el amor y en cuanto yo terminaba me daba un beso y buenas noches. Se daba la vuelta y hasta por la mañana.
-¡Mami!, vamos que llegamos tarde a la escuela.

- Vamos, que si llegamos tarde, no llego a la entrevista de trabajo.

Camino hasta el coche, es un auto pequeño y viejo, pero me sirve. De momento está entero. Debo correr por que si no llegaré tarde.
Cuando llego a la puerta del colegio cojo la mochila de mi pequeña y se la cuelgo a los hombros.
Los padres de los demás niños se me quedan mirando raro y no se la razón. Mi pequeña me dice que mire hacía abajo y me sorprendo que la falda se me abrió y estoy con casi toda la pierna al descubierto. Rápidamente me pongo el bolso y miro con desprecio a los hombres allí presentes.

-Gracias por avisar, señores.
Estos miran de lado a lado disimulando.

- Hija, me tengo que ir. Entra dentro y después no te olvides que tienes comedor, ok?
- Si mamá, ya me enteré. Suerte con tu entrevista.
Me da un fuerte abrazo y un beso con mucha ternura.
- Te amo, mi ángel.
Sale corriendo para dentro del colegio y la veo entrar con sus compañeras y sonríe, me gusta mucho su sonrisa.
Una llamada del móvil me hace reaccionar y veo que me va a ocupar mucho hablar con el, así que decido mandarle un mensaje y que después lo llamo.
Me meto dentro del coche y me adentro en el atasco monumental de esta ciudad tan grande y con tanta afluencia de gente de todos los lados del mundo. Paro en el parking y un auto casi me lleva por delante. Claro como no, un audi. Será un pez gordo y va de prepotente. Se me caen las cosas de las manos y suena un frenazo. No quiero mirar, seguro que se ha llevado a alguien más por delante.
Unos pasos se escuchan en el asfalto del parking y suenan a caros. Tengo casi medio bolso caído por todo el suelo y estoy desesperada porque llegaré tarde.

- Señora, ¿se encuentra bien?
- La voz varonil de un hombre suena preocupado, el cabello me cae sobre la cara y casi no veo nada.
- ¿A usted que le parece? , no se puede correr tanto dentro de este recinto, casi me tira en el suelo. No, no no estoy bien, llegaré tarde a....
- Esto es suyo, ¿verdad?
Se agacha y unas manos me quitan los cabellos del rostro y me quedo anonadada cuando veo esos ojos, y una sonrisa que cautivan a cualquier mujer.
- Con esas piernas cualquier hombre pierde el norte.
Me pongo las manos rápidamente tapando la raja de la falda.
-¿ No le da vergüenza decir eso a una mujer indefensa caída en el suelo recogiendo el estropicio que usted hizo?
- Vaya, señora. Siento haberle creado un trauma por mis palabras.

Me levanto como puedo y el señor este me coge de la cintura para ayudarme a recomponerme. Siento un cosquilleo dentro de mí, pero le quito sus manos de mí y siento el calor que desprende. El se me queda mirando a los ojos y me da una sonrisa, el es muy fuerte y no consigo quitarle las manos, incluso acerca más su cuerpo al mío. Le miró a esos profundos ojos y casi me pierdo en ellos.
- Creo que se equivoca conmigo, no soy tan fácil.
- Créeme que serás para mí, lo que quiero lo consigo.
- Yo no soy un objeto del que pueda usted utilizar a su antojo, señor...
- William, puedes llamarme así. ¿Tu nombre es...?

-Silvia, con eso bastará. Ahora tengo una entrevista con el dueño de este edificio.

-Yo te daba el trabajo ya.

- Claro, pero eso lo decide el presidente del complejo.

Sonríe pero no me suelta.

- ¿Puede usted soltarme?

- Lo siento mucho, Silvia. Nos vemos pronto.

Me guiña un ojo y se da la vuelta. Rechinan las ruedas de su auto y seguidamente un frenazo. Me doy cuenta que me falta algo, me pongo a rebuscar pero no logro encontrar el lápiz labial y estoy echa un desastre. Subo en un ascensor hasta la planta 25, Salgo y una mesa muy moderna está a dos metros y una rubia de revista asoma su cara y una voz chillona de sus labios resuena en mis oídos.

- Silvia Mendoza, por favor puede venir.
Todas se quedan mirando para saber quien es esa susodicha. Me levanto de la silla que no me dio tiempo ni a calentarla.
Me acerco y otra vez esa voz estridente me hace tambalear mis pies.

- El presidente la espera en su despacho, es al final del pasillo.
Mis pies me tiemblan y se me hace notar porque los tacones rechinan en el suelo. Oigo risas de las mujeres que esperan en sus asientos para la entrevista. El pasillo se me hace interminable y un llanto seguido de una voz casi enfurecida sale del despacho al que voy. La muchacha está desconsolada y no puedo evitar intentar ayudar.

- ¡No se preocupe por ella y pase de una vez, no tengo todo el día!

Esa voz la conozco, el está de espaldas y un gran ventanal, casi me recordó a 50 sombras de Grey. Pero este hombre es más ancho de espaldas y moreno. Esos zapatos y ese traje. Me parece que me quedaré sin trabajo, o me hará algún tipo de chantaje, seguro. Esos me los veo venir de lejos.

- Señora Mendoza, tome asiento por favor.

Me acerco a una a silla cerca de la puerta, el se da la vuelta. Su boca es una fina línea y niega con la cabeza. Sus pasos suenan en el despacho haciendo eco, cuando está a mi altura me agarra la barbilla y la levanta para poder verme bien la cara. Me observa, y con un mano me levanta de la silla.

- ¿ Porque se ha sentado tan lejos de mi escritorio?
-Creo que no especificó donde
- ¿ Si le digo se sentará donde le diga?
-Depende donde sea.
-Señora....
- ¿Porqué me dice señora, si hace un momento me estabas diciendo mi nombre?
- Por que aquí en mi empresa soy quien da las órdenes.
Se me queda mirando un momento y se va a sentarse a su sillón. Me mira con mucha insistencia y me dice.
- Ven aquí y siéntate donde estoy yo.
-Vas claro conmigo. He venido a una entrevista de trabajo, no a un polvo de medio día.
Me levanto para irme y los pasos de el corren tras de mí. Me coge del brazo y me da la vuelta hasta que siento su respiración junto con la mía. Está agitado, tanto como yo. Hacía mucho que no sentía esto, pero no quiero que sea otra más en su lista de conquistas. Su agarre se me hace asfixiante, su olor su aliento a menta y sus labios carnosos cada vez más cerca de los míos.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





HOLAA, HACÍA MUCHO QUE NO ESCRIBÍA NADA Y AHORA ESTOY EN OTRA HISTORIA METIDA. ESPERO QUE GUSTE PORQUE YO ESTOY ENTUSIASMADA. BESOSS

Inalcanzable Y BelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora