William Tarner, moreno de ojos azules, metro ochenta y cinco de estatura, modelo y empresario de una gran multinacional de moda en Nueva York. Hijo único y muy engreído, utiliza a las modelos como si fueran pañuelos de papel. A sus 34 años tiene tod...
Conduzco como loco por estar a su lado, veo por el retrovisor un auto siguiendo mis pasos, paro en un semáforo y me fijo si conozco el conductor, pero lleva los cristales tintados y apenas se ve. Llamo a Frank si alguno de los muchachos está siguiendome. Su respuesta es rápida. - No se señor, dio orden de estar en casa de la señorita Mendoza.
- Quiero que llames a uno de ellos y que siga mi posición en el gps. Llegaré en diez minutos.
- Si, señor en estos momentos ya estoy haciendo.
Frank, es un gran hombre. Está conmigo desde hace muchos años, me conoce como si fuera mi propio padre. Me salvó la vida en más de una ocasión, cuando los vicios y las mujeres eran mi destrucción.
Continúo con mi camino hasta llegar con Silvia, un baño a su lado será increíble, estoy deseando poder oler todo su cuerpo, besar cada rincón de su anatomía. Estoy ansioso y no sólo mí corazón, sino también todo mi cuerpo. Debo tranquilizarme, no es la primera vez que voy a estar con una mujer, pero también pienso. Nadie como ella. Llego a la casa y Vincent y Jhon están vigilando cada uno por un lado de la casa.
Llamo y unos preciosos ojos verdes.
y esa dulce sonrisa que me ilumina el día.
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- Me encanta esa sonrisa.
- Pues a mi me gusta que me ilumines con tus bellos ojos. Pasa tengo un regalo que darte.
- Pero si todavía quedan quince minutos para que sea mi cumpleaños. Ya con lo que estoy viendo me das el mejor regalo.
Me coge de la mano y me lleva a lo largo de su casa subiendo unas escaleras de madera, que crugen con mis pasos. Ella me silencia para que vaya más despacio, luego se asoma al dormitorio de Ángela y vigila que siga dormida, después me lleva hasta su dormitorio y entramos en una puerta que conduce al baño. Huele todo a ella. Es maravilloso el momento en que estoy viviendo.
- Quítate esa ropa, cerraré la puerta y métete cuando estés listo. Enseguida vuelvo.
- No te tardes, estoy impaciente por que me quites esta tensión.
Su sonrisa de medio lado picaresca, me hace estremecer hasta mi más pequeña molécula del cuerpo. Me desnudo y entro dentro de la bañera, escucho la puerta abrirse y unas manos muy pequeñas tocar mis cabellos. Las manos bajan hasta mí pecho y entonces ya no puedo más, la cojo de su cintura y la adentro del agua, se queda a horcajadas encima mía y puedo sentir mi miembro endurecerse. Creo que ella se ha dado cuenta y sonríe con malicia. Le quito su pequeño vestido mojado y se queda quieta mirando mis ojos. Me doy cuenta de que no hay ropa interior y ya se por que estaba sonriendo con malicia.
- Veo que estás armado, pero tienes que tener un poco de paciencia. Primero te quitaré esta tensión y después te daré tu regalo. - No me dejes mucho tiempo esperando que me puede dar un infarto. Pone sus dedos en mi cabeza y empieza a masajear, poco a poco voy soltando mi tensión, después se acerca a mis ojos cerrados y vuelve a dar un masaje en círculos. Esta mujer sabe lo que hace.