One

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Desde que el despertador no sonó a tiempo en la mañana para ir al colegio supe que mi día sería malo, y en efecto lo fue.

Viajando en el transporte una señora derramó su café en mi playera blanca y ni siquiera sé disculpó. Obviamente tuve que ir manchado a la prepa, si de por sí ya iba tarde, regresar a cambiarme no era una opción.

Luego de algunas burlas el profesor decidió dejarme entrar a clase a pesar de llegar veinticinco minutos tarde, nunca dejaba entrar a nadie después de las 7:15 AM pero conmigo hizo una excepción; esa es una ventaja de llegar a tiempo todos los días.

Transcurrió el día y yo apestaba a café, mis amigos no pararon de molestarme ni un segundo. Lo bueno: era viernes, pero que fuera viernes también era malo para mi. El fin de semana podía ser lo más esperado por un adolescente, pero yo debía trabajar todo el día encerrado en una biblioteca. No es que me molestara, pero tampoco me encanta.

Mauro nos había invitado a una fiesta que se haría el sábado por la noche, pero como siempre, dudo que pueda asistir, las noches del fin de semana en la biblioteca son las más pesadas,  debido a que los turistas suelen venir a pasar el rato leyendo un libro, tomando fotografías o cursando alguna de las clases que se imparten en el lugar.

Hacía mucho tiempo que no me paro en una fiesta, y ya lo necesitaba; necesitaba tomar algunos tragos, bailar, cantar, divertirme, conocer gente nueva, sentirme vivo.

Regresé a casa y Renata no se encontraba, si bien yo tuve que alejarme de la típica vida de adolescente, no quería que mi hermana pasara por lo mismo que yo, así que dejaba que saliera a distraerse.

Mis papás habían cubierto en su totalidad mis estudios de la preparatoria, y lo agradecía puesto que las colegiaturas eran demasiado caras, pero ese no fue el caso de mi hermana, quien tuvo que dejar su escuela privada por una publica, le insistí en que yo podría buscar otro empleo para cubrir sus mensualidades, pero prefirió dejarla y que no "se convirtiera en una carga más para mi".

Los dos somos muy responsables con los quehaceres de la casa, siempre buscamos repartirlos de manera justa, así que nunca había desastre. La casa era grande para nosotros dos solos, en algún punto pensamos en venderla y comprar un departamento, pero al final, esta casa es lo único que teníamos de nuestros padres, significa mucho para ambos.

Después de darme una ducha, me cambié y comí un poco para irme al trabajo. Luego de fichar mi entrada, me dirigí hacia el tercer piso, pues era el lugar que tenía asignado.

El tercero era uno de los pisos menos frecuentados pues había libros repletos de biología, tema que no era de mucha demanda. Eso en parte era bueno porque podía tomarme pequeños momentos para leer acerca de la Anatomía humana, amaba todo lo relacionado a ella, era fantástico explorar cada rincón del cuerpo y aprender de él.

— Buenas tardes, Joaquín.

La señorita Cervantes es una de las gerentes de la biblioteca. Es una madre soltera de veintiocho años, con un hijo de siete años llamado Esteban. Ha sido mi jefa desde que empecé a trabajar aquí el verano pasado. Es bastante razonable y justa, y básicamente una persona agradable: otro de los motivos por los cuales no me quejo de mi empleo.

— Buenas tardes señorita Cervantes.

— ¿Qué tal el colegio hoy?

— Agh, fue un fiasco total –le conté todo lo que había pasado durante mi día— Lo único rescatable es que mañana habrá una fiesta por la noche y espero poder ir –dije arqueando una ceja.

— Umm, por fortuna tienes una jefa cool, así que tal vez considere dejarte salir temprano –me dijo guñandome el ojo y saliendo de mi vista.

— Bueno, al menos lo considerará.

Luego de ocho tranquilas pero pesadas horas salí de la biblioteca para dirigirme a casa, hablé con Renata y me dijo que se quedaría a dormir con una amiga, lo que estaba bien.

Llegué a casa, me dirigí a mi habitación para ponerme la pijama y baje a la habitación que era de mamá para pintar un poco. Se podría decir que heredé ese don de mi madre.

Cuando era pequeño solía llevarme con ella a explorar nuevos paisajes para plasmarlo en la tela, algunas veces me usaba de modelo, ella siempre decía que nuestra familia era su musa. Ojalá estuviera aquí, con papá, ojalá volviéramos a estar juntos, ojalá algún día la felicidad regrese a nuestras vidas.

Anatomía || Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora