Thirteen

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Un nervioso, muy nervioso Joaquín se encuentra sentado en su pupitre, a punto de recibir el examen de química y esperando no morir en la batalla. Repasaba en mi cabeza todo lo que había estudiado y las cosas que Emilio me había explicando.

El profesor me entregó el examen y se sentía pesado, le di una hojeada rápida, cien preguntas, el profe no se había tentado el corazón. Una vez terminó de repartir todos, dio la indicación de que podíamos comenzar.

Las primeras preguntas estaban sencillas, pues se trataban de conceptos y relacionar columnas, pero las últimas fueron una verdadera masacre.

Luego de hora y media taladrando en mi cerebro creí estar conforme con mis respuestas y le entregué el examen al profesor, siendo de los últimos. Melissa aún seguía adentro y parecía estar sufriendo aún más de lo que yo. Tenía cuarenta minutos libres antes de entrar al siguiente examen, así que decidí ir en busca de Pablo, un chico que se encargaba de revender algunas cosas de colección.

Lo encontré sentado en las escaleras principales y me acerqué a sentarme para charlar con él.

— Hola Pablo –saludé.

— ¿Qué hay Joaquín? –sonrió.

— Uhm, quería ver si podías ayudarme con algo.

— Mientras no se trate de pedirme dinero prestado, sí claro –rió.

— No, mira, tú sabes que tengo una colección de Funkos en casa y quiero venderlos, así que me preguntaba si me podrías hechar una mano con eso.

— Espera, ¿estas seguro de que los quieres vender? Tú los amas con la vida.

— Sí pero, ya no los veo como antes sabes...

— Okay –dijo no muy convencido— Pues es grande, así que seguramente le podemos encontrar un comprador rápido. Mándame una foto de ellos y yo me encargo de encontrar a alguien –dijo sonriente.

— De acuerdo, muchas gracias Pablo –agradecí.

— Para eso estamos –me dio un pequeño golpe en el hombro.

— Bueno, te veo mañana ¿va? –dije poniéndome de pie.

— Seguro, suerte con tus exámenes.

— También para ti –agregué antes de marcharme.

Subí hasta el salón de estadística, ese examen, junto al de matemáticas no me preocupaban, pues soy bastante bueno en esas materias. Sin quererlo los pensamientos sobre Mauricio llegaron a mi mente, es verdad que no quiero tenerlo más en mi vida y espero que sólo se quede como un recuerdo, pero no podía negar que verlo de nuevo me movió algo en el pecho. No había sido un gran novio pero definitivamente también me regaló cosas hermosas. El problema con él es que no supo ser valiente y luchar por nuestra relación, sus papás tenían actitudes homofobicas y por lo tanto jamás aceptaron que su hijo fuera gay y mucho menos que estuviera en una relación. Además, yo era demasiado inocente para él, este al ser dos años mayor tenía otro tipo de intereses. Cuando mis padres fallecieron, los Mariscal se mudaron fuera del país, y él ni siquiera fue capaz de decirme que se iban, simplemente se alejó, y cuando lo busqué, creyendo que podría refugiarme en él, ya no estaba. Marijo le dijo a Renata que se habían mudado y que posiblemente no regresarían en un buen tiempo.

— Señor Bondoni –la maestra me sacó de mis pensamientos moviendo su mano frente a mí— Adentro.

— Claro, lo siento –dije adentrándome al salón.

Tal como lo imaginé los dos exámenes estuvieron sencillos, al menos para mí. Los chicos me mandaron un mensaje diciendo que nos veíamos afuera del colegio para hablar sobre cómo nos había ido este primer día. Me dirigí a la salida y los vi sentados en los maceteros.

Anatomía || Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora