El domingo es entre comillas mi día de descanso, y digo entre comillas porque debo hacer la tarea, las compras de la semana y cuentas, muchas cuentas.
Con el tema del dinero estamos como en una montaña rusa, siempre inestable. Renata quería trabajar para ayudar con los gastos, pero de ninguna forma, ella sólo debía concéntrarse en sus estudios. Mis abuelos nos mandan dinero sólo cuando se acuerdan que tienen nietos; legalmente ellos son nuestros tutores, se supone que deberíamos vivir con ellos, pero mi hermana y yo no queríamos dejar nuestro hogar, mucho menos para vivir en un infierno, ellos no nos aceptan, así que tampoco se negaron a que nosotros viviéramos solos.
Llegamos al supermercado, afortunadamente teníamos una plaza a dos calles de nuestra casa, así que podíamos ir y venir caminando. Renata tomó un carrito y comenzamos a buscar lo que necesitamos.
- Oye hermano, ¿Crees que nuestros abuelos vengan el fin de mes?
- No sé Renata, lo dudo.
- Se cumplirán dos años -suspiró.
- Lo sé, pero es mejor no pensar en eso.
- Joaquín -Renata paró- No puedes evitar el tema para siempre.
- No lo evito, simplemente no veo por qué hablar de su muerte, es triste.
- Sí tan sólo yo no los hubiera retrasado...
- Renata ya hablamos de eso -la tomé de los hombros- Tú no eres la culpable de lo que pasó, nadie lo es.
- Me gustaría creerlo.
Sólo la abracé, quería creer que mi hermana algún día dejará de sentirse culpable, no es justo que cargue con ese sentimiento.
- Vamos, hay que seguir con las compras -me separé de ella y le di un besito en la sien- No olvides echar el jabón para la ropa.
Los domingos de supermercado eran más que eso, era el espacio que Ren y yo teníamos para compartir lo que sentíamos, nuestras vivencias semanales o quejarnos de lo que sea.
Había una chica que le atraía, pero Renata nunca había tenido una pareja y tenía miedo. Miedo de que así como nuestros abuelos nos rechazaron, la demás gente también lo hiciera. Miedo de no ser correspondida. Y la entendía, yo también había pasado por eso, pero la diferencia es que yo tuve a mis padres para apoyarme.
Debía confesar que también tenía miedo, miedo de no ser suficiente para Renata, miedo de no ser un buen hermano, miedo de fracasar. Todo era miedo.
- ¿Y a ti cómo te fue en la fiesta? -Renata colocaba las cosas en la banda de la caja.
- Creo que me hice más tiempo en llegar que lo que estuve ahí -reí- Un chavo me empapó de no sé qué cosa y además Mau me intentó conseguir un ligue.
- ¿Y estaba guapo? -Ren subía y bajaba las cejas.
- Sí, pero no es mi tipo -contesté terminando de poner las cosas.
- ¿Desde cuando tienes un tipo? Siempre has dicho que no tienes uno.
- Bueno, no sé, es que no quiero salir con nadie ¿sabes? No tengo tiempo para el amor.
- Lamento que tengas que trabajar tanto.
- Bueno, tenemos que comer... Pero eso terminará pronto, cuando cumpla dieciocho.
- Ni tan pronto...
Pagamos todo y regresamos a la casa, Renata se encargó de acomodar las cosas mientras yo hacía la comida. Me encantaba cocinar, papá me había enseñado desque que era muy pequeño y creo que fui un buen alumno. Las enmoladas son nuestra comida favorita desde que tenemos memoria, así que procurabamos hacerlas por lo menos dos veces al mes.
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Anatomía || Emiliaco
Fiksi PenggemarJoaquín es un estudiante de preparatoria apasionado por la anatomía humana y la pintura. Una noche asiste a una fiesta donde conoce a Emilio, un chico universitario cuya vida está rodeada de grandes secretos.