Ten

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Maratón [3/3]

Emilio

El miércoles no fui a la universidad, mi papá tenía un desayuno importante con un empresario francés y quería que su familia estuviera ahí, claro que el único que podía asistir era yo.

Mientras todos estaban en su aburrida conversación, yo buscaba a Joaquín en las redes sociales, pero únicamente lo encontré en Facebook, así que le mandé una solicitud. Ni siquiera es como que lo usara pero algo es algo.

Juan estaba empeñado en emparejarme con la hija del señor francés, así que hacía todo lo posible para que los dos convivieramos más. Romina era una chica hermosa sin duda alguna, pero yo no tenía el más mínimo interés por ella. Pero se notaba que ella en mi sí, y no lo digo por ególatra, si no porque ella parecía chinche, todo el tiempo quería estar demasiado cerca de mi y era incómodo.

Después de esas cuatro muy sufribles horas regresamos a casa, Joaquín aún no me aceptaba, igual se veía que no era mucho de usar Facebook.

Pedí la tarea por el grupo de mi clase y me encerré en mi habitación para hacerla. Quería hablar con mamá pero a veces sentía que en vez de ayudarla la hacía sentir peor, así que preferí no hacerlo. Estaba planeando hacer una fiesta el siguiente fin de semana, cuando no hubiera nadie en la casa, pero aún lo estaba pensando. Le avise a Aidan y me ayudó a planear algunas posibles cosas.

Mi papá era muy reservado, y no le gustaba que llevara gente a la casa, prácticamente el único de mis amigos que podía entrar era Aidan, no más. Pero saldría de viaje junto a mamá a partir del viernes de la siguente semana y quería correr el riesgo de hacer una fiesta en la casa.

Cuando regresé a casa el jueves, me encontré con Juan comiendo en la sala, me saludó y pidió que lo acompañará a comer, cosa que acepté gustoso, pues casi nunca pasaba.

No había podido ver a Joaquín y preguntarle si se encontraba mejor, pero esperaba que así fuera.

Al terminar de comer y platicar sobre negocios y cosas de la carrera, el se marchó a su oficina y yo a mi habitación, no sin antes ayudarle a Paty a levantar un poco la mesa.

Luego de una hora, se comenzaron a escuchar gritos provenientes de papá, como si estuviese discutiendo con alguien, así que le levanté del escritorio y fui a echar un vistazo.

Paty y Rogelio, nuestro chófer, se encontraban parados fuera de la habitación de mi mamá, estaban serios.

— Hey, ¿qué pasa?

— Nada joven, es mejor que se vaya a su cuarto –me dijo Rogelio.

— ¡Eres una inútil! No es posible que lleves casi dos años en la misma condición. Pareciera que te moriste junto a tú hija –Juan salió de la habitación molestó y se fue hacia la salida, junto con Rogelio.

Odiaba que mi padre tratara a mi mamá de esa manera, pero no podía meterme a defenderla, porque eso sólo empeoraba las cosas. Entré con ella y la encontré llorando, con la mirada perdida y envuelta en las cobijas.

Yo tampoco podía creer que ella aún no pudiera aceptar la muerte de mi hermana, pero la entendía, me imagino que perder a un hijo es lo más doloroso que te podría pasar. Pero mi mamá era demasiado fuerte, segura de sí misma, valiente, una mujer sin filtros. Y de aquella Niurka ahora no queda mucho. Quería ayudarla, pero no sabía cómo.

Anatomía || Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora