BUSCANDO

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La noche estaba tranquila, mucho más de lo que había esperado, no recordaba la última vez en la que se hubiera sentido tan inquieto. Lo sentía en su bolsillo, el pergamino doblado perfectamente a partes iguales, estaba oculto en su abrigo, mientras el aparentaba tranquilidad, lo que estaba en su bolsillo lo devolvía a la realidad, no podía aparentar, no después de haber leído su carta.

Estaban grabadas a fuego en su mente, cada curva, cada punto, cada línea, todo, absolutamente todo, estaba allí.

"Lo siento- había escrito- no puedo seguir, se que al principio lo propuse, estaba completamente segura, pero ahora todo está descontrolado, no puedo seguir-repitió- no sabes cuánto lamento que te hayas enfrentado a tu familia por nada- a este punto ya sus manos temblaban de impotencia- dime cobarde, pero en esta pelea me rindo, creo que el destino gana. Lo siento de nuevo.

Hermione G."

"Se rendía", todavía después de varias horas de lo sucedido, podía sentir la furia burbujear en su interior, ella se rendía, sin ni siquiera hacer el intento de luchar, era una completa cobarde.

-Le ofrezco otra copa amo- la voz aguda del elfo doméstico lo sacó de su trance, se lo agradeció en su fuero interno, no creía poder soportar un momento más con sus cavilaciones.

-Si, por favor- tomó la copa que el elfo le ofrecía en su bandeja- puedes retirarte- dijo al notar que esperaba una de sus ordenes.

El murmullo de las personas que se encontraban presente en la fiesta de fin de año de su familia junto con la música de la orquesta lo estaban volviendo loco, nunca había sido muy tolerante a las reuniones sociales, el solo hecho de juntarse con personas que ni bien le podían caer le asqueaba. Había muchas personas que no conocía, muchas iban y venían estrechando manos y besando mejillas con frialdad.

"Todo una aristocracia" pensó con sorna, mientras tomaba de su copa.

Solo quería que todo eso terminara lo antes posible, para así hundirse con tranquilidad en sus pensamientos, así se ahogara, no podría soportar un día entero sin escribirle y exigirle que le explicara el por qué de su decisión.

El año nuevo llegó entre risas, besos y abrazos fingidos, varias personas brindaban chocando sus copas entre sí, mientras otras conversaban animadamente de lo que el nuevo año les depararía. Sin embargo, él no pudo dejar de notar, que igual como habían personas entusiasmadas, otras estaban retraídas, como si estuvieran en su casa por obligación, no lo dudaba, a veces las personas podían ser tan predecibles que solo la pequeña idea de conocerlas se esfumaba, convirtiendo sus momentos en aburridas situaciones sin sentido. Bebiéndose el contenido de su copa, caminó despacio entre las personas, sin perder de vista a sus padres, tenía una idea y no desistiría, nadie lo convencería de hacer lo contrario.

Cuando perdió de vista a sus padres y estaba bajo el marco de la puerta que daba acceso a la casa desde el patio, camino por el largo salón, hasta llegar a las escaleras que lo llevaría a su habitación, subió con paso firme y decidido, abrió la puerta de su dormitorio, la cerro con cuidado, buscó su capa y tomó su varita que estaba sobre la mesa de noche y con una floritura de esta desapareció ante la penumbra de su habitación.

Esperaba que la dirección de la cual la castaña le había hablado con anterioridad fuera la correcta, no tenía sentido su viaje si se aparecía en un lugar completamente ajeno a Hermione. Divisó justo frente a él una casa de verjas blancas, ella le había hablado de el hermoso jardín que adornaba su instancia, su casa estaba ubicada-por lo que él veía- en una zona muy importante del Londres muggle. Abrió la verja con un sencillo hechizo, si era ilegal o no, no le importaba. Solo tenía algo en mente en ese momento: encontrar a Hermione. Caminó por el camino bordeado por plantas hasta llegar a la puerta, esta se escuchaba extrañamente silenciosa, abrió la puerta con un sencillo alohomora.

EL AMOR SECRETO DE HERMIONE GRANGERWhere stories live. Discover now