U N O

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Sabía que era mala idea acercarme, pero tú tristeza estaba tan presente que no pude detenerme.

Hablamos, bueno al principio solo yo hable.

Te di una parte de mi almuerzo que jamás comiste.

Hice bromas estúpidas y me reí de ellas, jamás reiste.

Te seguí cada vez que te retirabas de la mesa, cada vez que cambiarás de banco.

¿Cómo pueden unos ojos dorados lucir tan muertos?

𝙂 𝙊 𝙇 𝘿 𝙀 𝙉     𝙀 𝙔 𝙀 𝙎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora