𝙂 𝙊 𝙇 𝘿 𝙀 𝙉 𝙀 𝙔 𝙀 𝙎

D O S

Simplemente no podía permitirlo, necesitaba que brillarán, que rieras conmigo, que hicieras algo más que solo estar presente.

Meses de seguirte, meses de tirar la mitad de mi almuerzo, meses de silencios y miradas vacías de tu parte.

Pero un día, estábamos en la mesa de la cafeteria te ofrecí la mitad de mi sandwich de pavo, me miraste fijamente a los ojos y creí que por primera vez lo comerías, mi corazón latía con fuerza, era la primera vez que parecías hacer más que simplemente verme.

Tomaste mi barbilla y estrellaste nuestros labios, no tenía idea de que hacer, todo fue tan rápido, tan extraño.

No cerré los ojos, no moví mis labios en sincronía, no pasé mis brazos por tu cuello, no hice nada.

Te separaste, y puedo jurar que fue la primera vez que escuche tu voz pronunciar más de una palabra.

—¿Me amas?— tu mirada era sería, tus ojos mirando directamente a los míos como si trataran de descifrar mi alma.

No sabía que contestar, me gustabas  pero jamás te mire como una posible pareja, solo pude bajar mi mirada al suelo y asentir, me sentía estúpida.

—Me lo imaginaba.— Te levantaste de la mesa, y con paso lento saliste de la cafeteria.

Me sentí tan humillada que no sabía que hacer, no quería seguirte y que me dijeras que yo no te gustaba, pero tampoco quería dejarte sólo.

Al final termine caminando sola a la clase de historia, no quería sentarme en tu puesto así que me senté al lado de la ventana, esos puestos siempre están vacíos por el frío que se cuela por el vidrio.

Saqué mis cosas y recargue mi cara en mi mochila, cerré los ojos y traté de relajarme, me preocuparía de arreglar las cosas después, en ese momento la vergüenza me ganaba.

Cuando un escalofrío me recorre la espina dorsal, es tu mano sobre mi espalda, es tan helada que atraviesa mi suéter y mi camiseta.

Trato de esconder mi cara dentro de mi mochila pero no me lo permites, me la arrebatas y no me queda más que mirarte.

—¿Me sigues durante meses para qué cuando te beso huyas de mí?— tu mirada tenía un brillo breve, más de burla que otra cosa, podría tomarlo de manera hiriente pero después de tanto tiempo viendo tus ojos muertos lo tome como un halago.

—¿Trato de hablar contigo durante meses para qué cuando al fin lo consigo te burles de mí?— y por primera vez, puedo observar tus labios curvarse en una sonrisa, es ligera y corta, pero una sonrisa.

—Touché—

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Después del primer beso, nada te detuvo.

Me besabas en la cafeteria, en tu auto, en el bosque, en mi casa.

Solías quedarte a dormir en mi cuarto, solías pedirme que me brincará las clases para pasar cada segundo del día juntos.

Lo peor es que estaba tan enamorada que si me hubieras pedido que huyéramos juntos, lo hubiera hecho.

Parecíamos todo un noviazgo adolescente, pero no lo éramos.