𝙂 𝙊 𝙇 𝘿 𝙀 𝙉 𝙀 𝙔 𝙀 𝙎

T R E S

Hasta que un día, lo dije.
Admití que te amaba, me quitaste de tu regazo y me sentaste en el asiento del pasajero, sabía que la había cagado.
—Antes de mudarme aquí, estaba en un relación.
Una hermosa chica de nombre Isabella, la deje por qué soy peligroso, soy un chico malo, para ella y para ti, tú eres tan dulce, que creo que es necesario que lo sepas.— Tus manos toman el volante con tanta fuerza que parece a que se romperá en cualquier segundo.

—Ella es dueña de mi corazón, mi amor por ella es tan grande que nos lastima a los dos.
Este sentimiento es irremplazable, tú y yo nunca podremos ir más allá de esto.
Mi corazón está comprometido con ella, si quieres dejarlo lo entenderé.— Mi corazón también esta comprometido, con él.
Jamás podría hacer algo que yo sé que lo lastimaría, incluso dejarlo solo, todo lo que necesita es superarla, después podremos ir más allá.

Simplemente regreso a su regazo con la esperanza de que me de un abrazo y me guarde en su corazón.

—No esperes algo que no puedo darte. — El susurro de su voz es tan bajo que finjo no escucharte y seguimos en lo nuestro.

Si hubiera tomado tus comentarios más enserio no me hubiera sorprendido cuando un día simplemente desapareciste.