Faces © [Falsa identidad I]

[Capítulo 2]

"La muerte es dulce; pero su antesala, cruel".
—Camilo José Cela.

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Lágrimas.

Es lo único que recuerdo de anoche.

Tomé el alcohol que pude hasta perder el conocimiento. Sabía que a ella probablemente no le hubiese gustado verme así, pero necesitaba ahogar mis penas en el alcohol.

Pequeños fragmentos de recuerdos de la noche anterior vienen a mi mente, cuando casi destruyo la cajita musical, cuando grité lo más fuerte que pude y los vecinos vinieron a quejarse y cuando rompí la botella de whiskey contra la pared mientas lloraba fuertemente con su sonrisa en mi cabeza, ella era lo único que yo podía ver.

Me levanté más temprano que de costumbre y lo primero que hice fue tomarme un café para que me pasara un poco la resaca, cruda o como se llame, mi cabeza ahora no tiene espacio para pensar en eso. Luego me dediqué a limpiar todo el desastre que había hecho hace unas horas, bloqueando de mi mente todo lo que se relacionaba con lo que pasó ayer y aquella fría madrugada de invierno.

Una ducha de agua caliente relajó mis tensos músculos, estuve ahí un tiempo, la sensación del agua al golpear mi piel se sentía agradable. Me arreglé rápidamente para ir al Campus no sin antes pararme frente al espejo y decirme:

—Todo está bien, nadie vio lo que ocurrió ayer —me pase las manos por la ropa que llevaba puesta para alisarla—. Estarás bien, siempre lo estás para todo el mundo, ¿Por qué sería esta la excepción, Skyller?

Y con eso salí del departamento.

Completé la ruta obligándome a no mirar a esos niños y niñas que casualmente iban entrando al preescolar y a la primaria, joder, esto cada vez es más difícil. De camino al Campus me compré un Latte Vainilla en Starbucks, es tan delicioso.

Al llegar a la Universidad busqué a Mel por todas partes, se puede decir que es mi única "amiga" aquí.

No la encontré, pero en una de esas me escabullí por uno de los pasillos por los que está prohibido pasar, según lo que ella me contó le gustaba venir por aquí cuando quería estar sola, no obstante, debía tener mucho cuidado si no quería ser descubierta.

Di pasos lentos y sin hacer el más mínimo ruido, lo que menos quería era que me descubrie...

—¡Señorita Lawrence! —me sorprendió una voz a mis espaldas que me hizo saltar un poco del susto.

Mierda. Mi cabeza va a explotar.

Cerré los ojos con fuerza y giré lentamente sonriendo para quedar de frente con la persona que llamó mi atención.