No Soy Ella (La Sumisa)+18✔

Capítulo 11: Placer infinito🔥

2.500 mil lecturas ❤
Muchas gracias 🤩
El capítulo que viene a
Continuación es uno de
Los mas eróticos de la
historia 🖤
Me tomó un poco de trabajo
Escribirlo, espero que lo
Disfruten💙
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Adriana POV:
Mis heridas estan un poco mas cicatrizadas, ya no me duelen, Cami a hecho hasta lo imposible para llamar la atención de Paolo. Le agradezco mucho que me cuide, la puerta se abre dejando ver al sádico de Paolo.
Siento miedo, en su mirada encuentro deseos, deseos de violarme y torturarme hasta saciar sus aterradoras fantasías sexuales. En su mano veo unas tipo correas de cuero unidas.

¿Qué demonios es eso?

—Desnúdate —dijo este con voz fría.

—¡Ni lo sueñes! —me levanto con exabrupto de la cama, tratando de no mostrar miedo ante su imponente presencia.

—¡A mi me obedeces maldita zorra! —me da un golpe y caigo al suelo, mi labio sangra a causa de que se rompió.

—¡Desnúdate y ponte eso! —dijo autoritario lanzandome esas correas, eso parecía una pechera de cuero de esas que usan los caballos, en vez de un atuendo sensual.

—¡No, no y no! —me niego.

—¿Te atreves? —dijo acercándome peligrosamente a mí —¡Te voy a domar como a un animal salvaje! —dijo este tirando de mi pelo con fuerza.

—¡Déjame desgraciado! —grite arañandolo.

Este me da un golpe y me deja nuevamente en el piso, trato de escapar pero no puedo, este me cae a golpes y comienza a desgarrar mi ropa, yo luchó con toda mi fuerza, me defiendo de el a manotazos, con rasjunios, con mordidas, empujones.
Estoy desnuda y me siento mal, pero aun asi no dejó de luchar, este me da una piña y me deja media mareada, noto como se baja los pantalones junto a su bóxer. Este tomó con sus manos mis tobillos y me tira hacia el, intentó defenderme pero este comienza a penetrarme con fuerza.

—¡Asi te voy a domar y descubriras que eres una puta como todas! —susurró en mi oído con impunidad.

—¡No soy una puta! —grite furiosa y mando mis uñas a su cara.

—¡Maldita hija de puta, te voy a matar perra! —me alejó de el con rapidez.

Este toma con violencia su latigo y comienza a azotearme con fuerza.

—¡Yo soy amo! ¿¡Me escuchaste perra!? —dijo furioso.

Yo no emito sonido alguno, me muerdo los labios y me abstengo de gritar, se que eso es lo que disfruta Paolo, que sea débil y le pida piedad pero jamás haré eso, ni que me mate.