Es injusto aparentar una vida normal cuando se sabe que partirás más pronto que los demás. El malestar en su pecho no facilita las cosas, solo espera que el dolor no dure un poco más.
-Realmente, me niego a despedirme de ti.-
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HISTORIA EN DESARR...
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Constantes eran las veces en las que le recordaban lo patético que era, hasta la más mínima acción era más que suficiente para burlarse, el bicho raro.
Izuku iba solo, no sabe con certeza desde cuando, supone que desde "ese" incidente nadie vio seguro permanecer junto a él.
Conoce muy bien lo amargo que es el sabor de la soledad, al instante en el que hacía presencia las demás personas se esfumaban, la sensación era horrible.
¿Acaso era malo querer amigos? Se cuestionaba cada que los matutinos maltratos concluían
Si bien, la vida escolar no era sencilla, aún así, él piensa que todo lo qué pasa y pasará es por obra del destino, y si el destino así lo quiere, así será
Suena absurdo, y el lo sabe, pero necesitaba una excusa, un pretexto para justificar las repetitivas desgracias que cruzaban su vida y así sentirse menos desdichado de lo que ya era.
Se dijo a sí mismo que superaría todos sus problemas con una sonrisa, se dijo a sí mismo que él sería su propio héroe y se juró, que nunca permitiría que quebrantaran su espíritu.
Que lastima que no fue así.
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Años después, en la actualidad.
La mujer se dirigía a recoger los análisis que le había hecho a su hijo hace unas semanas
-buen día, usted es inko Midoriya?- saludó. -asi es, por favor, dígame qué mi hijo está sano- suplico con angustia. rezaba al cielo que le regresaran a su hijo sano y salvo.
-no por nada se encuentra internado en este hospital- exclamó con un horrible tono sarcástico, aquel doctor carente de sentido común era uno de los peores monstruos con los que se había topado
-¡digame que mi hijo está bien!- gritó, -se lo ruego...-
Inko es una madre soltera a la que lo único que le quedaba de apoyo emocional era su hijo, quien la daba esperanzas ante la desesperación, quien con su sonrisa emanaba rayos de luz y esperanza. Ese era su hijo, no lograba imaginarse a su pobre criatura hospitalizada, envuelta en cables, simplemente no podía.
Sin mencionar que, en cierta temporada su bulimia nerviosa aumentó, y fue él quien estuvo con ella para tranquilizar sus lamentos.
-señora, Le pido por favor que se tranquilice..- suspiro -la enfermedad que pose su hijo, no ha sido identificada, lamentó decirle que se mantendrá aislado hasta nuevo aviso, podría ser un peligro- agregó. en ese momento, podría jurar como sentía que su alma se salía de su cuerpo.
-¿aislado...?- tartamudeó incrédula, su voz empezó a flaquear - ¡mi hijo no merece esto!- Grito otra vez -al menos déjeme verlo..-
-Le repito, no sabemos la magnitud de la enfermedad de su hijo, sería peligroso si se acercara de mas.- ¿como es posible que su pequeño estuviera ahora internado en un hospital y ni siquiera dejen que su propia madre lo vea?
Antes de que la mujer de cabellos verdes articulara palabra, el doctor tocó su hombro expulsando un -lo lamentó- casi en susurro antes de marcharse quitándole las palabras de la boca.
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