Capítulo 10

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Yuliy

Mi respiración se detiene al oír sus palabras, no lo puedo creer y no soy él único que no entiende la situación. Algunos sirius me observan con atención, analizan mi reacción acerca de su aparición. Sin esperar tanto, bajo de un salto desde mi balcón y caigo de pie.

Mi madre le abraza y llora desconsoladamente por su visita. Él solo sonríe y una que otra lagrima moja sus mejillas, no le creo nada. Me siento demasiado triste, traicionado y con un sentimiento muy diferente; creí que me alegraría por verle de nuevo pero ahora es diferente.

—¿Qué... —susurro para mis adentros, no termino de preguntar porque aún sigo impactado.

Sus ojos rojos me examinan de nuevo, me ven solo a mí. El mundo parece detenerse solo con nosotros dos, no veo nada más que a él, no siento nada más que mi corazón latir a toda velocidad. Su cicatriz es tan conocida para mí, tan única de él debido a ese día que decidió salvarme. Cuando habían atacado a nuestra madre pero logramos salvarla, logramos huir a tiempo.

—¿por qué no vienes a abrazar a tu hermano? —habla Mikhail con una mirada triste, algo distante.

Yo paso saliva nervioso por su pregunta, no es que no quiera ir a abrazarlo; a tocarlo y sentir que él en verdad está ahí sino que... es tanta la desesperación que no puedo reaccionar a tiempo. Decido mejor no contestarle y mantener mi distancia, por ahora. Mi madre sigue llorando y diciéndole que le extrañaba tanto. Yo en estos momentos no puedo acercarme a verlo, a preguntarle cómo sobrevivió si yo mismo lo había visto morir en mis brazos. Me había dolido con el alma pero logré sobrevivir un poco sin su presencia. Ahora que él está de nuevo aquí, siento que ya no es mi hermano. Es una persona totalmente desconocida para mí.

Dylan me mira con curiosidad al igual que los otros lobos que sienten mi nerviosismo en el aire, todos esperan a que hable o reaccione pues él antes era alfa de la manada y ahora lo soy yo.

—¿Yuliy? —habla Scott mientras me observa algo enojado.

Él era la persona más cercana a mi hermano, le tenía un aprecio gigante a él y cuando murió jamás se lo perdonó. Ahora que Mikhail está aquí, puedo sentir que todo mi mundo va a cambiar para siempre. Yo sin pensarlo, camino con determinación pero no hacia dónde está él sino hacia el bosque en donde me ha logrado tranquilizar en momentos como este. Siento las miradas de todos, el dolor y el odio de algunos pensando que es por envidia. Siento cómo mi madre me observa asustada y decepcionada de mí.

Corro cuando me encuentro lo suficientemente lejos del lugar para despejar mi mente, me escondo de todos y busco un árbol para poder subir y estar con tranquilidad. No encuentro ninguno y siento que el miedo y la desesperación me están consumiendo.

¿Qué voy a hacer ahora?

¿Qué cara voy a dar cuando llegue a casa?

Estas preguntas rondan por mi mente y me hacen sudar. Respiro pesadamente y decido apoyarme en un árbol de roble, sus colores hermosos, sus hojas verdes y el sol que apenas lograba salir me relajaban un poco más. No me esperaba esa noticia, no me esperaba que él llegara y menos que estuviera vivo.

¿Será que Emily tendrá que ver con eso?

Me pregunté en mi mente, tratando de conectar y de pensar más acerca de esa chica que sólo había llegado de la nada a decirme que era Mikhail y que me lo iba a comprobar. Ahora que él ya estaba aquí, tendría pruebas cuando la viera a ella.

—¿puedo sentarme? —una voz fría y sin emoción me dejó paralizado.

No quiero subir la vista, no quiero ver sus ojos y menos su rostro. Solo alcanzo a ver sus botas negras y su pantalón desgarrado que siempre usaba. Su cuerpo esbelto y pálido que siempre mostraba me asustaba y esta no era la excepción. No contesto su pregunta y me quedo con la mirada baja hasta que siento sus movimientos cerca mío. Me pongo de inmediato nervioso y un escalofrío me recorre la espalda.

—no lo hagas, vete de aquí. —logro hablar en un susurro cansado.

Las palabras duelen al salir, me duele el pecho por decirle esas cosas pero es que necesito un tiempo a solas. Necesito pensar qué sucedió, qué es lo que estaba pasando antes que no me daba cuenta. Aunque me alegra por un lado tenerlo vivo y sano a un lado de mí, no me siento su hermano. No me siento cómodo viendo que él ha llegado para estar conmigo y mi madre.

—¿por qué me tratas así? He llegado para verte de nuevo, quizás en los sueños que tenías deseabas que regresara. —habla con una voz triste, como si mis acciones le rompieran el corazón.

Y tal vez es así.

A mí de la misma forma me duele y me lastima saber que le ignoro, que intento apartarme de él. Pero cuando pienso mejor en lo que dijo, me confundo por completo.

¿Cómo sabe sobre mi sueños?

—¿cómo sabes sobre mis sueños? —pregunto sin dudarlo y sin verle a la cara.

Mis manos que se encuentran unidas me tiemblan del miedo por la respuesta. Había tenido por un largo tiempo distintos sueños en donde siempre estaba él, a un lado de mí o simplemente aparecía de la nada. En todos mostraba que iba a regresar muy pronto y quizás esa fue una señal.

—tú mismo sabes la respuesta, ahora, quiero que me mires. —cambia de tema y su voz severa e imponente vuelve como antes.

Hacer lo que él dice me da miedo y no pienso hacerlo. Pero, la curiosidad me gana mas que todo en el mundo y cuando intento contenerme o inventar alguna excusa Mikhail hace algo que yo jamás esperé. Él me toma de la barbilla con delicadeza, sus dedos largos y fríos me causan escalofríos en todas partes y no evito lo que hace. Me levanta la barbilla con cuidado y de esa forma podría verlo aunque mis ojos miran detrás de él.

—mírame... —susurra de nuevo pero más cerca de mí.

No quiero, no quiero, no quiero. Parezco un niño cuando cierro fuertemente los ojos y evito su mirada de nuevo, sé que las lágrimas quieren salir de inmediato, sé que tengo el deseo de abrazarlo y decirle que le extrañé demasiado. Que le amo con todo mi corazón aunque eso sea imposible. No puedo decir esas palabras, no ahorita.

—Yuliy... mírame a los ojos y dime lo que quieres. ¿Me voy de tu lado o permanezco siempre cuidándote desde las sombras? —pregunta susurrando en mi oído, esto me deja sin aliento y paso saliva de nuevo.

Aprieto mi mandíbula por el bochorno que tengo, por el miedo y nervio que siento. No debo pero tengo que hacerlo. Suspiro y abro los ojos poco a poco viendo así su rostro con cicatrices, sus ojos color carmesí, sus cejas perfectas, su cabello blanco y largo, sus pestañas pequeñas pero onduladas, sus labios delgados y pálidos, su piel lechosa... todo se detiene a mi alrededor al observar su apariencia. Ha cambiado demasiado.

—Mikhail... —pronuncio débilmente y siento cómo sus brazos rodean mi cintura para estrecharme en un abrazo.

No detengo sus movimientos y dejo que me lleve al sufrimiento y a los recuerdos. Dejo que me abrace y me inunde de ese dolor, de su cariño hacia mí.

—no sabes cuánto te extrañé... —dice en mi oído con voz un tanto alegre.

Pienso en la pregunta que me hizo hace unos momentos, no la pienso contestar como siempre y solo muevo un poco mis brazos para regresarle el abrazo. Cuando menos lo espero, las lágrimas ya están saliendo y mojan la camisa roja que lleva puesta Mikhail. No dejo de llorar y sollozar porque sí es real, está aquí y ha venido a salvarme, a curarme o al menos eso creo.

Hablo con un hilo de voz:

—yo también te extrañé...

El alfa Yuliy©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora