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RAISA

No sé qué hora es, ni tampoco hacia dónde me dirijo. Tan solo tomo un atajo, y en el cual, dos hombres surgen desde las sombras, obstaculizándome el paso. Mi corazón es una bomba a punto de estallar.

—Hola, preciosa. ¿Te apetece pasar un buen rato? —dice uno.

No consigo ver sus rostros, usan capuchas.

—Solo quiero pasar. —Apenas consigo escuchar mi propia voz. Estoy temblando. Y mi cabeza apenas se le ocurre preguntarse por qué decidí echar a correr fuera del hotel.

—Vamos, princesa. Solo queremos divertirnos. —El otro avanza hacia mí, pero entonces un rayo parte el cielo en compañía de una potente ráfaga, iluminándolo todo. El estruendo es tan fuerte, que me aturde durante los siguientes segundos. Pero entre el brillo cegador que todavía perdura en el ambiente, veo que el asfalto acaba de ser despedazado por algo. Es como si hubiera recibido la entrada de un meteorito.

Con miedo desplazo la mirada a la figura borrosa que yace justo encima del suelo fracturado. Aquello se desplaza veloz, de un lado a otro, como una fotografía a blanco y negro.

Uno de los hombres sale impulsado de la imagen, y su espalda golpea un contenedor de basura con violencia. Dentro del mismo segundo, el otro no tarda en unírsele.

Inhalo y exhalo con fuerza. Siento la garganta tan hinchada, que incluso me cuesta trabajo tragar saliva.

Esos hombres, ahora están inconscientes. Y todo ocurrió en menos de cinco segundos.

Me cuesta creerlo.

Con los ojos muy abiertos, volteo hacia el extraño que, puedo asumir con certeza, fue el causante de semejante destrozo.

Aparenta más o menos mi edad.

Es alto, atlético y tiene la piel pálida. Su cabello castaño rojizo cobra vida gracias a la brisa de la madrugada que lo alborota sobre su intimidante mirada grisácea. Tiene un tatuaje en el brazo, y parece tener la forma de una espada. También viste una camiseta blanca, jean negro con cadenas que cuelgan, botines y, además, el detalle que no puede pasar por desapercibido ante mis ojos... Hay un par de alas colosales de un negro tan profundo que nacen en su espalda y se extienden hacia lo alto del cielo.

¿Pero qué cosa es?


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Amando la Muerte ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora