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RAISA

Mientras Nil y Leire se encargaban de revisar que no hubiera ningún otro infiltrado en la fiesta, les pregunté cómo podían reconocer si otro demonio se encontraba entre nosotros. Nil contestó que no podían sentirlos. La única manera de localizarlos era según el estado físico del poseído o su forma de comportarse, lo que estimuló mi duda acerca de Etta.

Leire terminó disculpándose conmigo, porque jamás imaginaron que el chef pudiera haber sido tan infeliz y endeble como para dejarse poseer. Los demonios poseen a los más débiles. Y ellos lo estuvieron siguiendo esta noche. Ya sabían que un demonio se encontraba en el interior de Etta.

A su vez, Scott me aclaró que el demonio sin cabeza vivía en el chef cual parásito, consumiéndolo y usándolo como transporte para asesinarme, aunque todavía no entendemos por qué motivo iba detrás de mí. Y como cereza del pastel, además me confirmó que el lobo era Drac. Lo vio cambiar.

Después, el viaje en taxi de regreso al hotel es bastante incómodo.

Todavía siento los brazos y las piernas temblar. Además, no hace mucho que la cabeza también me empezó a doler.

—Felicidades. Esta noche bailaste con un demonio. —Scott me susurra al oído y mis entrañas se retuercen—. Mañana devolveré el auto —certifica mientras pierde la vista por la ventana. Leire no ha dejado de mirarlo a través del retrovisor. Querrá preguntarle cosas que no se atreve a decir en frente de mí.

Tomo mayor distancia de Nil para preguntarle a Scott en voz baja:

—¿Un hombre lobo es un demonio?

Se ríe de mi pregunta.

—Esas cosas no existen. Drac puede ser al igual que Prince, que tiene la capacidad de tomar la apariencia que desee —responde sin darle mucha importancia al tema.

—Entiendo. Por cierto, felicidades. Esta noche besaste a la humana más insoportable del planeta. —Lo provoco en un rebose de irritación y vuelvo a distanciarme mientras lo escucho decir:

—No significa nada. —Su esclarecimiento quema un poco. Para mí, un beso abarca un gran significado, sobre todo si es el primero.

—Daisy fue quien llamó a la policía —informo en voz alta.

Treinta minutos después del altercado, la casa se encontraba completamente vacía. Así fue que pude conocer a sus padres. Al parecer, se encontraban en el segundo piso de la casa, y diferencia de su hija, ambos resultaron ser unas personas muy sencillas y modestas. Estaban realmente preocupados, sobre todo porque Drac tardó tiempo en aparecer, y cuando finalmente lo hizo, se justificó con haber acompañado a una chica hasta su casa, un par de cuadras lejos nada más.

Recuerdo que Scott y yo intercambiamos miradas, y resultó todavía más extraño cuando Drac de repente puso sus ojos en mí y sonrió. Todos se lo tomaron como un gesto de amabilidad sin ninguna importancia, todos menos yo.

—¿Te encuentras bien? —Su preocupación parecía escalofriantemente auténtica.

Scott dio por hecho que Drac se las arregló para vivir entre una familia de humanos desde hacía mucho tiempo atrás, fingiendo ser uno. El motivo también es desconocido.

Por otro lado, Leire tuvo que intervenir para que los agentes no se llevaran al chef, asegurando que conocía a Etta y que no causó ningún disturbio. Declaró que simplemente estaba tan ebrio que perdió el conocimiento después de, sin saberlo, colarse en una propiedad privada.

Está claro que todo era un magnánimo invento, pero tampoco podía contarles la verdad acerca de lo acontecido en el patio trasero de esa casa.

Contemplo al chef inconsciente al otro extremo del asiento trasero del taxi. Todavía temo de él. Nil está sentado a su lado, seguido de mi persona y luego Scott. Estamos muy apretados, pero ninguno se ha quejado todavía.

Amando la Muerte ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora