Vitae

Do you wanna...? again??

El tiempo había pasado, exactamente dos meses desde el comienzo de las clases, Lucy andaba de lo más feliz con Mike. Se veían sólo después de clases porque en la escuela era sólo para mí.

Estábamos en la cafetería camino a sentarnos.

-¿Recuerdas a la ex de Mike? -yo sólo ejecuté un sonido con los labios dando a entender que sí -bueno, dicen que la policía la anda buscando, que está desaparecida.

-Ya no se puede estar segura en este pueblo -me limité a decir.

-Ahhh, hoy vamos al bosque ¿verdad?

-Hoy no sé si pueda, tengo que hacer algo con mi hermana, discutimos mucho en la mañana y quiero arreglarlo -dije con total desinterés.

-Pues lo haces y después vamos al bosque, hoy no tienes clases hasta tarde así que llegas bastante temprano a la casa. ¡Porfavor, me lo prometiste! -seguido de eso, juntó las manos y puso cara de cachorrito abandonado.

-¡Joder! -resoplé- Vale, veré a mi hermana antes y después iremos al bosque.

-¡Si!, eres la mejor-dijo al punto de dar saltitos.

-Lo sé.

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Eran las 6:20 de la tarde, salí de la escuela a las 12:30 y ya había resuelto todo con mi hermana, así que me encontraba en la entrada del bosque esperando a que Lucy llegara, pasaron veinte minutos más y ella hizo presencia.

Nos adentramos al bosque y empezamos a recorrer los senderos que habían. Vimos varios animales y distintos tipos de plantas, pero de momento sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal. Algo no estaba bien y alguna pieza se me había torcido, miré con cierta extrañeza a Lucy y esta se encontraba mirando a una pequeña ardilla. La sentí tensa, como si temiese de algo. Entonces mis escalofríos se extendieron de manera brutal por todo mi ser. Y sin decir nada empecé a correr, a correr en dirección a mi casa. Ella no pudo seguirme el ritmo.

Llegué bastante agitada y como temía, en el momento en que tomé la manilla de la puerta esta se abrió, alguien más estaba en mi casa.

Entré con cautela, miré y las sábanas que habían en los muebles estaban en el suelo, dándole vista a los arañazos que estos tenían. Fui a la cocina, tomé un cuchillo de mango oscuro y caminé hasta que un pequeño grito proveniente del baño me dió la ubicación del intruso.

Salí con extrema cautela y al llegar, lo ví, estaba de espalada pero temblaba de miedo ante la imagen que veía. Del techo del baño estaba colgado por ambos brazos con unas sogas, el cuerpo degollado de mi hermana. Las gotas de sangre caían desde su hermoso cuello blanco y ya se había formado un charco de sangre en el suelo.

-Tata, ¿por qué asustas al invitado?

Su cuerpo quedó rígido y en el momento en que se giró, se topó en mi rostro una sonrisa satisfactoria y algo psicópata. Quiso emitir algún grito, pero en un ágil movimiento, el cuchillo que traía en mis manos ya había atravesado su vientre.

Sus ojos se abrieron de par en par.

-¿Quién eres? -su boca soltó un pequeño hilo de sangre mientras yo retiraba lentamente el cuchillo -o mejor aún, ¿quieres morir?

Volví a clavar el cuchillo pero esta vez entre sus costillas, me sentía sumamente excitada. Me saboree los labios mientras volvía a sacar el cuchillo. Mi mano apretó con más fuerza el mango de este y lo dirigí directo a su estómago, lo retorcí de un lado para el otro.

Sus gritos eran como los de la estúpida ex de Mike que no quería dejarlo, la sangre era tan roja como la de Austin el mismo día que lo oí decir que me utilizaba, su rostro tenía rastros de lágrimas como el de mi hermana todos los días mientras la torturaba por haber vuelto.

Mi cara tenía una sonrisa siniestra mientras él se retorcía por lo bajo. Lo estaba disfrutando bastante, lo adoraba, amaba esa sensación. Seguí con el cuchillo hasta que su voz comenzó a apagarse y su respiración se hizo más lenta.

-¿Ehh? ¿En serio? ¿Ya murió? -dije con la combinación perfecta entre ironía y decepción -¡Aburrido!

Tomé el cuerpo sin vida del intruso y lo arrastré hasta la habitación de mis padres, con mucha sutileza abrí la puerta del armario y lo arrojé dentro.

-¡Mamá, Papá!, les traje compañía.

Caminé de nuevo hacia el baño y me quedé mirándolo, sentí unas ganas incontrolables de meterme a la tina ahora llena de sangre, pero un grito me sacó de mis pensamientos.

¡Lucy!