Capítulo Seis

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Extraños sucesos parte 1.

Te lo voy a repetir una vez más ¿¡Qué rayos estás haciendo aquí!?

El chico de la ventana me observaba esperando una respuesta pero mi cerebro no pudo encontrar mejor momento para desconectarse de mi cuerpo, así que todo lo que pude articular eran balbuceos.

—Genial. Creerá que soy una completa tonta — pensé.

Un minuto. ¿Y eso porque debía importarme? Alejé mis estúpidos pensamientos y me enfoque en el chico que tenía ahora de frente. Pareciera que perdería la paciencia en cualquier momento. Solo era cuestión de segundos. Estaba realmente molesto, podía notarlo por su respiración agitada y por sus facciones pese a que no esté lo suficientemente favorecida por la luz que emanaba la lámpara.

Ciertamente, no podía culparme ¡Me había dado el susto de la vida! Debía ser yo la enfadada aquí y no él. Y definitivamente iba a hacérselo saber.

¡¡¿¿Pero a ti que rayos te sucede!!?? ¡¡Pudiste darme un infarto!! finalmente había logrado salir del trance y empecé a lanzarle toda la lista de improperios que conocía. Mis manos me temblaban, había perdido total control sobre ellas y como quien no quiere la cosa, mandé al suelo la única fuente de luz que poseíamos en ese lugar.

Lo que me faltaba.

La oscuridad no se hizo esperar. La silueta del chico se hizo indistinguible, incluso yo misma no podía ver mi propio cuerpo.

Hasta que sucedió.

De repente todo el lugar había sido iluminado por farolas antiguas que reposaban en cada rincón. Todo lo que anteriormente estaba oscuro ahora paso finalmente a materializarse en una especie de cueva donde cualquier película de terror definitivamente ganaría algún premio si la grabasen aquí.

El eco hacía que un incesante goteo se vuelva realmente aterrador y las pequeñas grietas que dejaban pasar la luz del sol creaban siluetas bastante similares a los dementores de Harry Potter. Una verdadera pesadilla. Pero lo peor estaba por venir.

Un pitido de alerta retumbó en todo mi cuerpo en cuanto mi sistema captó aquel siseo espeluznante que solo podía significar una cosa, más temible que cualquier monstruo de la literatura:

¡¡UNA SERPIENTE!!grité, mientras retrocedí lo más rápido que pude hasta que di contra él.

El chico de la ventana volvía a aparecer en mi campo de visión, sosteniendo una linterna en sus manos. Me observaba como si me hubiese crecido una segunda nariz y el sótano en el que estábamos volvía a materializarse ante mis ojos.

Y sin serpiente alguna.

¿Estás bien? me pregunta, y esta vez su voz parecía sonar tranquila.

Lo miré. Parecía preocupado. Preocupado de verdad, pese a que hace unos minutos estuvo a punto de matarme del susto. Quizá se sienta culpable. Posiblemente piensa que el miedo que me ha causado, soltó alguno de mis nervios. Lo que sea. Cualquier cosa.

Pero esta vez él no tenía culpa alguna. Estaba enloqueciendo. Realmente lo estaba. Era la única explicación que había encontrado porque no podía entender lo que me estaba pasando.

Primero la pesadilla en el avión, segundo la roca con la que casi chocamos de camino a casa y finalmente esta cueva aterradora donde conscientemente nunca metería mis narices. No sé lo que me está sucediendo y para ser franca tampoco lo quiero averiguar.

Dejavú PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora