TRECE

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BELEN

La conversación con la hermana del Diego ya había terminado, debía continuar las actividades en el centro, la conversación no duro tanto como yo quería, talvez 30 minutos, pero al menos la Alexandria había aceptado mi ayuda, y eso era muy bueno.

Ahora debía convencerlo a él, de sacar a su hermana de ese centro y dejarme ayudarla.

¿Como haría eso?

Con sexo -se burló una voz e mi cabeza-.

El sexo esta vez no ayudaría para convencerlo de algo como esto ¿o si podría?

Cuando salí del estacionamiento, comencé a abrir la aplicación de Uber para irme hasta mi departamento, llevaba ya un tiempo viviendo en Santiago, pero aun no sabía usar bien el Metro y sus cambios de líneas; mucho menos el Transantiago que era un espacio más cerrado y no me sentía cómoda.

Belén -me llamo una voz casi a mi costado, ahí estaba en todo su esplendor, él mismo hombre que captó mi atención hacia casi 2 años, apoyado en el capo de otro auto, esperándo a alguien-.

¿Que haces aquí? -pregunte preocupada- ¿No ibas a llevar al Mateo a la clínica? ¿Donde están los niños?

Calma, respira -el se acercó a mi y puso sus grandes manos en mi cintura y me acercó hacia el, después subió una mano a mi mejilla y me hizo una pequeña caricia- El Lucas se adelantó, y la Alexa no quiso dejarte acá, así que me quede a esperarte.

Ya estoy lista -retrocedí un paso atrás y lo tomé por la muñeca para empezar a caminar- Vamos a la clínica.

En ese momento mi reacción no me sorprendió, porque estaba preocupada por los niños pero después medité lo que estaba diciendo al percatarme de que el Diego no se había movido de su lugar.

Me volteé y lo encontré mirándome divertido y con una sonrisa de oreja a oreja.

¿Vamos a ir a la clínica? -levantó una ceja y su cara mostraba un gesto claramente de diversión-.

¿Por que dije eso?

¿En que pensaba?

Me estaba incluyendo en una situación donde yo no era requerida.

—No me refería a eso, quise decir que tú tienes que ir -me sentía tan estupida, por hablar sin pensar-.

Él se acercó a mi, puso sus manos en mi cintura, y me miro burlesco.

—Yo te llevo conmigo si tú quieres ir -acerco más su cara a la mía- ¿Quieres ir conmigo, Belén?

No sabía como afirmarme los calzones, me encantaba la complicidad que teníamos al coquetearnos, pero no iba a hacer el ridiculo aquí , él también caería.

Mis manos envolvieron su cuello, mientras pasaba mis uñas por su nuca. Di un paso más, y mis pechugas se pegaron a su pecho, y el bajo la mirada para verlas -ya cayó, pensé-  pase mi lengua por mis labios, relamiéndomelos antes de quedar a milímetros de su boca.

¿Y si después quiero ir a otro lado? -lo mire ya exponiendo todas mis malas intenciones- ¿También me vas a llevar?

CALIENTA SOPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora