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Ji Eun estaba sentada en las piernas del pelinegro. Se rozaba sin pena alguna sobre su entrepierna.

Ya cansada solo se separó de este, separando en eso sus bocas.

—¿Que pasa?–Preguntó YoonGi.

—No. ¿Que demonios te pasa a ti? –Señaló a su entrepierna.

Normal, todo tranquilo. Lo cual era malo.
Pero que podía hacer Min. Desde que probó aquellos labios rosados que solo cierta chica poseía no pensaba en nada mas que eso. Ya ni siquiera pensaba en el sexo que Ji Eun le ofrecía, no desde que probó el cielo y placer en unos únicos labios.

—Creo que esto no está funcionando –Habló por fin YoonGi.

—¿Pero que mierda?

—Bien, seré directo. Hay otra chica, bueno, en realidad hay una chica porque no podemos llamar a esto una relación, solo es sexo –Miró fijo a la mujer que estaba sentada en sus piernas.

—¿Estás diciendo que cambias el sexo sin compromiso solo por una chica?–YoonGi asintió. Ji Eun se levantó de las piernas del pelinegro y se sentó correctamente en el sillón. —Vaya... ¿Tan buena es la niñera?

—¿Como sabes que es ella?

—Simple. La vez que vino a tu oficina la viste como un quinceañero enamorado –Se encogió de hombros. Cruzando sus brazos miró mejor a Min.

Ambos sabían bien que es lo que tenían, y eso era simple sexo sin compromiso, ah, y también eran compañeros de trabajo, pero hasta ahí, ninguno de los dos tenía sentimientos de por medio, podían irse y volver cuando quisieran, eso era una extraña relación. Si es que lo era.

—Creo que me gusta. –Le dijo YoonGi.

—¿Y ella lo sabe?–Ladeó la cabeza.

—Creo que si –Frunció el ceño y al instante hizo un mohín de dolor ante el pellizco que le dio Ji Eun en el brazo.

—¿Eres idiota? —Alzó la voz. –A las mujeres nos gusta que si nos sentimos atraídas por un hombre el nos haga saber lo mismo. Dios, que estúpidos son los hombres...

Ji Eun podía no querer una relación seria, no por ahora, la chica estaba bien con el sexo libre, muchos la llamaban zorra y todo tipo de apodos hirientes que en lo personal le daban igual. Ji Eun sabía que era una mujer hermosa, y lo era, sabía que su inteligencia e independencia no la tenía cualquier persona, y agradecía a si misma por eso. No era una mujer débil, todo lo contrario, tenía carácter, algo que agradecía haber heredado de su madre.
Min YoonGi le era atractivo, y si, le atraía, pero no era mas que eso, solo una simple atracción que fácilmente se podía olvidar. Además, Min le caía bien, era un buen tipo, pervertido y bueno en la cama, además de que era muy bueno en su trabajo, aún no entendía como no lo ascendían con las ideas que este tenía para mejorar la compañía.

—Oye, tienes que decirle –Dijo una vez mas la pelinegra. –¿Quieres que alguien se te adelante con eso?

YoonGi apretó los puños con una sola imagen en su rostro. El maldito amiguito de Yoo Hee. En verdad detestaba a ese tipo, es un maldito bastardo que era muy, no, demasiado cariñoso con ella. Lo odiaba en pocas palabras.

Young Father |Min YoonGi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora