El último favor

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El último favor.

Los días pasan y detrás de ellos también pasan los meses. Y así es como avanzó Storybrooke durante 5 meses para delante en el tiempo. Con conflictos y sin ellos. Con treguas, sin sobresaltos y con algunos tropiezos.

La tienda de Mr. Gold es ahora la tienda Jones-Gold. Y es que Rumple y su archienemigo Hook se han convertido en socios. Cuidado, no en lo económico, pero si en lo rutinario. El oscuro es el del dinero y Killian el del carisma. Cuando la gente comenzó a visitar con mayor asiduidad la tienda, Rumple comprendió que Killian le daba a su negocio lo que él no podía, una sonrisa encantadora que atraía a las señoras y señoritas, y a algunos señores. El pirata vendía lo que el oscuro aconsejaba. Un trato fácil. Lo del cartel en la fachada había sido uno de los tantos chantajes que intentó Rumple para convencer al capitán de regresarle la daga. Por supuesto, Killian rompió a reír y lo que le dio a cambio fueron las gracias. Belle por su parte estaba conforme con el hecho de no tener que ocuparse de su marido y de tener alguien con quien conversar durante los desayunos o las cenas. Incluso, en los últimos tiempos el propio Rumple comenzaba a participar de las conversaciones que mantenían. Era bueno para la bibliotecaria. Eso no descontaba que Rumple intentará alguna que otra vez re-hacer algún trato con Hades por el alma de Killian. No contaba con que el pirata era tan listo que había susurrado a la daga que el oscuro no podía dañarlo ni obligar o convencer a nadie para hacer algo parecido. Así que ni modo. Todas eran negaciones para el oscuro que sentía que su karma era abandonar cuerpo inútil por otro igual o peor.

Otra que perdió por costumbre fue Zelena. El inicio de la relación Marian-Zelena fue accidentada y entretenida, pero con el tiempo se pudo apreciar que la bruja del reino de Oz resulto ser tremendamente dependiente hacia la viuda de Hood. Convengamos que no dejaba de ser divertido, pero se veía que Zelena a medida que engordaba la tripa cedía terreno al "ángel" que le había prestado el dúo Zeus-Hades. Lejos quedaron las suplicas por piedad a su hermana. Ahora Zelena se comía todo el pescado blanco y los vegetales dando un ejemplo grato al hermano mayor de su futuro bebé. Aunque eso no significo que la sheriff tuviera que asistir en algunos "líos domésticos" a las mujeres, líos que significaban cosas como Zelena lanzando ropa de Marian por las ventanas superiores de su nueva casa, o encerrándose en el sótano mientras gritaba "no saldré hasta dentro de 15 años". Pero esas riñas duraban tan poco que eran casi cómicas. Emma decía que aunque el rol dominante-sumiso parecía Zelena-Marian, la mujer oficial de Robín se las arreglaba para que Zelena acabara llorisqueando en su hombro después del berrinche. O sea que la dominada era la hija de Cora, en realidad. Tanta era la dependencia que Zelena había adquirido que ahora que todos estaban en el hospital en vistas al nacimiento del bebé, la bruja no había dejado que la mujer se separará de ella ni siquiera cuando la asistían para llevarla a la sala de parto.

Regina bebió su café mientras esperaba sentada en el asiento al lado de Emma. Se sentía cansada desde hacía algunos días. Quizás la cercanía al parto de su hermana la habían estresado, quizás todo en general. La alcaldía era un hervidero en noviembre y ella tenía a cargo muchos asuntos que atender. Pero al llegar a casa había descanso y muchos mimos siempre esperándola. Emma Swan había resultado una fuente de gratas sorpresas, como la noche en que dejó descansar a la pobre abuela, cocinando para ella y su hijo. Ok, solo un omelette de cebolla y queso con una guarnición de verduras salteadas, pero para ser de Swan era un manjar. Emma acariciaba distraídamente su mano silbando una de las canciones que Henry escucha con frecuencia en su cuarto, algo que a Regina la motivaba a sonreír. La rubia era esa clase de persona que es cercana involuntariamente. Que no es consciente de lo mucho que entrega cariño a los demás porque lo hace sin pensar, porque así le nace. Como ese roce con los dedos en su palma. y algunos otros roces mucho menos inocentes que Emma le ha prodigado sin cesar en los últimos 5 meses. Suspiró atrayendo la mirada de la mujer.

Paint it black (Swan Queen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora