Un sólo instante cambió por completo mi vida. Fue tan sólo un momento, en el que yo estuve involucrado.
Las caricias, que yo creía eran amor se convirtieron en odio, mis días se volvieron en una noche sin estrellas.
Me siento encerrado y en realidad...
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Casa de los hermanos Miller
Si sólo hubiera dicho "si"... si sólo hubiera dicho "si" ¿Para qué pedir ayuda? ¿Para qué tratar de buscar a alguien que te defienda? Nadie lo hará porque no lo vales y si es que alguien intentara ayudarte. No podría, porque todos cometen errores, y esos errores terminan aprovechándolo otros, para así arruinarlo.
Mantuvo la bocina del teléfono pegada a su oído durante unos minutos, hasta que alguien del otro lado contesto.
—Buenos días, escuela Friedrich Cox ¿en qué puedo ayudarle?— Se escuchó la voz de una mujer.
—Buenos días, habla John Seo Miller, mi padre es Warren Miller, familiar directo de uno de sus estudiantes, su nombre es Taeyong, Taeyong Miller, me podría decir ¿cuál es el desempeño académico de mi primo?
—Permítame un segundo, por favor—El silencio se remplazó por una molesta musiquita de fondo, hasta que de nuevo se retomó la llamada —Si, amm... el estudiante Taeyong Miller dejó de asistir a esta escuela desde el inicio del ciclo.
—¿Cómo?
—Sí, es reprobado del último año escolar y fue suspendido por faltas de disciplina en el colegio, dejo de asistir a la escuela los últimos meses
Las palabras de esa mujer lo dejaron atónito.
—¿Señor? ¿Se encuentra ahí?...
—Sí, sí, perdón, muchas gracias—Colgó el teléfono. Taeyong no había ido a la escuela desde hace varios meses y él no estaba enterado ¿Cómo era posible eso? Sólo demostraba lo estúpido que podía ser, tomó de nuevo las llaves y salió de su departamento.
Partió en su auto hacia las zonas residenciales de la ciudad, pero a mitad de camino el tráfico comenzó a destruir poco a poco su paciencia, estaciono el auto en un servidor público y comenzó a andar a pie. Pasó por la avenida y llegó a un parque el cual se encontraban niños jugado, tenía que cruzarlo para continuar.
—¡Oiga!— Escuchó un grito a lo lejos. Se dio la vuelta para encontrarse con un chico de ojos azules y cabello rubio—Disculpe señor ¿no quisiera comprar algunas galletas?— Preguntó de lo más normal ofreciendo una bolsita con figuras, se había acercado y estaban a pocos pasos de distancia—Vamos, si es que usted tiene una hija... tal vez alguna hermana.
Johnny miró al joven con el ceño ligeramente fruncido, tenía cosas más importantes que hacer que comprar galletas. Estaba dispuesto a darse la vuelta sin siquiera contestarle, hasta que sintió un movimiento en su bolsillo y observó la sonrisa socarrona del joven, al darse la vuelta corrió y ya no tenía su billetera.
—¡Oye regresa!— Gritó pero no logro nada, el niño sostuvo la billetera con una sonrisa y se dio la vuelta corriendo. El niño comenzó a reír dispuesto a escapar de la situación pero el castaño lo sostuvo de su antebrazo.