Un sólo instante cambió por completo mi vida. Fue tan sólo un momento, en el que yo estuve involucrado.
Las caricias, que yo creía eran amor se convirtieron en odio, mis días se volvieron en una noche sin estrellas.
Me siento encerrado y en realidad...
Mi cuerpo tiembla y mi corazón late con algo de desespero, pero no sé cuál es la emoción que me ataca en estos momentos ¿También contarán los regalos? O ¿Es sólo la frase de todos los años?
Entró a su habitación algo aturdido, su cabeza le punzaba y sentía mucho dolor en su pecho. Se acercó al pequeño escritorio que decoraba su habitación y tomó de la silla su chamarra negra, se la puso abrigándose y protegiéndose con aquella prenda, aún estando techado se puso la capucha. Se sacó los tenis que portaba y con la alfombra froto sus pies, en los cuales se llegaban a notar pequeños rasguños.
Se mantuvo quieto un momento y notó los mechones claros de cabello que se pegaban en sus ojos y llegaban a taparlos. Frunció el ceño. Levantó su mano y tomó uno de los que reposaban cerca de su nariz ¿Cuándo fue la última vez que se cortó el cabello? Le molestaba tenerlo tan largo y no se sentía cómodo.
Se preguntaba si JaeHyun lo dejaría cortarse el cabello, pero lo dudaba bastante. Desde aquella vez en la que intentó escaparse (que en realidad esas no eran sus intenciones) JaeHyun lo dejaba encerrado sin contacto con el mundo y eso también lo lastimaba. Sentía que se asfixiaba.
Suspiró pesadamente y se sentó en su cama. Acaricio las sábanas duras a las que ya se les habían formado bultos, nunca fue bueno lavando ropa.
Estaba aprovechando de ese momento en el cual no tenía esposas desgarrándole la piel. Separó sus piernas del lugar donde estaba sentado y se inclinó hacia delante, sacó de debajo de su cama, entre el colchón, un libro grande que llevaba escondido.
Había comenzado a leerlo después de que terminó con los libros de poemas y geografía, ahora había comenzado con historia. Se recostó en la cama para comenzar a leerlo, lo veía más como un cuento.
No paso más de una hora cuando se desesperó de que su cabello se pasara por sus ojos estorbándole en su lectura. Se puso de pie y dejó el libro en la cama. Se dirigió al baño y al entrar se observó en el espejo. Odiaba su rostro, él mismo no se reconocía al verse. Se acercó más al espejo y acaricio con sus dedos una marca morada que rodeaba su ojo la cual ya comenzaba a disiparse.
Al pasar sus dedos por esta, notó las manchas rojas que iba dejando en su piel. Se asusto al verlas y dio un paso con brusquedad hacia atrás, empezó a respirar agitadamente, miró sus manos.
Sus dedos eran lo más demacrado que tenía, sus uñas estaban rotas y algo despellejadas por lo que sangraban constantemente. Hacia el trabajo doméstico de la casa por lo que sus manos se lastimaban bastante.
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Se sacó las vendas que llevaba en cada uno de sus dedos y las tiró al bote de basura. Abrió la llave de agua y se enjuago las manos esperando que pararan de sangrar, se secó y comenzó a abrir varios cajones con desesperación.