THEODORE SCHLESINGER

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Las semanas pasaban, y mi amistad con Theo crecía cada vez más, lo cual me llenaba de una felicidad abrumadora. Era un soplo de aire fresco, cada vez que estaba a su lado me sentía mejor, sin duda tener un amigo que no te critique por el simple hecho de existir era sin duda algo de ensueño.

Solía saludarlos en los pasillos. A veces, comíamos juntos en el almuerzo. Teníamos varias clases juntos y nos sentábamos uno al lado del otro. Era genial poder pasar tiempo con él solo porque sí. Cada día me impresionaba mas por su talento, he intentaba aprender de él todo lo que podía.

Una tarde, en clase de dibujo, Fabius nos asignó un ejercicio en parejas. En el momento en que todos se levantaron de sus asientos, automáticamente me dirigí a su taburete. Él parecía un poco perdido, y estaba segura de que me estaba buscando.

— ¿Me buscabas? —pregunté junto a una sonrisa para no demostrar lo nerviosa que estaba.

Tenía días de estarme sintiendo de esa forma, y no quería aceptar la razón, es decir, sabía que Theo me gustaba, prácticamente me obsesioné con él cuando éramos niños, pero ahora las cosas eran diferentes. Es decir, estábamos comenzando nuestra vida adulta, ambos lejos de casa e intentando incursionar en el mundo artístico. Además, el chico era perfecto, era sumamente talentoso, además de estúpidamente atractivo y carismático. Era increíblemente dulce y atento y eso solo me hacia enojar conmigo misma porque no había forma razonable de que él se fijara en mí, no era natural siquiera pensar que alguien como él podría siquiera considerar la idea... por lo que mi plan era ser la mejor amiga que alguien pudiese tener, sin condición alguna.

—De hecho, sí. Si no hubieses venido estaría en problemas en este momento.

—Que casualidad, yo igual —dije en broma riendo un poco sacándole una de esas sonrisas que tanto me gustaban.

Fabius nos ordeno dibujar el retrato de nuestro compañero y despues agregarle detalles de fantasía asociados a nuestros sentimientos en esos momentos.

Conocía el rostro de Theo, pero nunca me había detenido fijamente a analizar cada pequeño detalle. Su estructura ósea era inmaculada, todo parecía ser tan simétrico y perfecto que incluso parecía irreal.

Comencé a hacer las bases, las estructuras y las primeras líneas cuando observé a Theo. Había casi terminado toda la base en cuestión de unos minutos.

—Eres tan rápido —comenté mirándolo unos segundos y luego de nuevo al pliego de papel frente a mí. Dibujar a Theo era complicado, en realidad era de los retratos más complicados que había tenido que hacer.

—Son años de no prestar atención en la escuela —dijo de pronto haciéndome reír de inmediato.

—Supongo que ese fue mi problema, no te muevas tanto —le pedí, tomando su rostro con mi mano volteándolo hacia mí, a lo que él respondió haciendo una mueca graciosa, haciéndome reír aún más — ¡Theo!

Una media hora mas tarde, Theo ya había terminado. Me había retratado de una manera espectacular, era como verme en un espejo, y yo aún estaba teniendo problemas con su rostro. Era demasiado perfecto, lo cual lo hacía casi imposible de retratar de una manera decente.

Intenté hacer mi mejor trabajo, y aunque Theo dijese que se veía perfecto, sabía que no le hacía justicia. Para la parte de fantasía creé una máscara que se viese misteriosa, era lo que sentía en ese momento. Misterio, puesto a que, a pesar de ser amigos desde hace semanas, no lo conocía realmente. No sabia casi nada de Theo, y él no sabía nada de mí. Era como si dos partes de mi vida colisionaran en el papel.

Mamá me había comentado hace unas semanas que Peyton quería hablar conmigo. Desde que escapé de Minnesota no había hablado o sabido nada de ella, por lo que fue una sorpresa saber que quería hablar conmigo.

Anne, Schlesinger ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora