AGUJERO NEGRO

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La idea del amor se había borrado de mi cerebro cuando supe que mi hermana mayor salía con el chico del que estaba enamorada. Luego de la cena más dolorosa e incómoda de mi vida, supe que tenía que hacer algo, tenía que borrar su rastro, eliminarlo de mi cabeza, y de mi corazón. No podía caer en la locura... incluso llegué a pensar que mi destino era estar sola toda mi existencia. Recordé mi pequeño enamoramiento con Dae, y como abandoné la idea de él cuando supe que le gustaba Autumn. Luego, Sebastian apareció en mi vida como una luz al final del túnel, pero mi hermana era la luz al final de su propio túnel, y yo solo era una piedra más en el camino.

—Amiga, esto no es sano para ti, ni para nadie. Tienes que olvidarte de él, o será peor cada día.

Las palabras de Autumn eran las acertadas, eran las indicadas para la situación y lo que necesitaba escuchar; más, sin embargo, no eran las palabras que mi corazón quería escuchar. No eran las palabras que anhelaba y soñaba recibir. Una pequeña parte de mí, muy dentro de mi ser, aún tenía una mínima esperanza, lo que debo admitir fue la chispa que encendió la llama de la destrucción.

Sebastian nunca me vio como algo mas que la hermana menor de su novia, y durante los tres años siguientes que estuvieron en la universidad y nos visitaban, la tarea de olvidarlo se hacía más y más complicada, cada vez que aparecía por nuestra casa me saludaba con un beso en la mejilla, uno que al principio esperaba con ansias, pero que, con el paso del tiempo, se volvió demasiado pesado y doloroso, por lo que intentaba evitar su contacto lo más que podía. Era muy difícil teniendo en cuenta que, literalmente, se la pasaba en casa todo el tiempo... Peyton y él eran la pareja perfecta, todo lo hacían juntos, eran el uno para el otro, estaban hechos a la medida y yo detestaba cada segundo que pasaba a su lado, viendo todo lo que yo nunca podría recibir de su parte. Sabía que mis padres tenían la esperanza de que se casaran, incluso los gemelos lo decían, y yo solo quería caer dentro de un agujero negro y desaparecer.

—Oye, sé que no quieres escuchar esto de mi parte —me dijo Dae en un intento por hacerme sentir mejor —, pero creo que es hora de que vayas con un profesional.

— ¿Me estás enviando al psicólogo? —pregunté con algo de diversión en mi tono de voz.

—Si continúas como una completa zombi, sí, te enviaré con un psicólogo, Annabeth. Esto ha sido demasiado, ¿no crees que es viene siendo hora de que lo dejes ir?

— ¡¿Crees que no lo sé?! —le grité, y agradecí estar completamente solos a las afueras de la escuela — ¿Crees que no sé lo que sucede? ¿La manera en la que la mira, y le toma la mano a casa segundo? —respiré intentando no comenzar a llorar — ¿Crees que no sé lo que es verlos juntos todo el maldito tiempo y no poder hacer nada más que desear que sea yo en lugar de ella en silencio? —pero no lo logré, y las lágrimas me habían nublado la vista más rápido de lo que podia haber previsto — ¿Crees que no detesto cada día de mi vida? Odio esto, Dae... lo odio, y ya no sé que más hacer para no odiarlo... él podría proponérsele en cualquier momento, podría suceder en un año, o en un mes, o en dos horas... y yo seguiría bajo las sombras. Odio amarlo, Dae.

Nunca había dicho nada de eso en voz alta, y sonaba espantoso incluso de esa forma, pero tenía que hacer algo conmigo misma, con mis sentimientos que parecía solo destrozarme por dentro cada día.

— ¿Por qué no sales con alguien? Digo, es mejor intentarlo, ¿no? Así tal vez lograrías sacártelo de la cabeza un poco.

—Aunque la idea de salir con alguien no suena espantosa, tenemos dos problemas con eso —le dije a Autumn una tarde que estuvimos estudiando en su casa —. Número uno, no tengo el humor necesario para salir con alguien, mi cabeza es un desastre, y no le dedicaría el tiempo o la atención necesaria que la otra persona merecería de mi parte, y número dos, no hay nadie que quiera salir conmigo precisamente.

Era una triste verdad que había aceptado hacía muchísimo tiempo, nadie se fijaba en mi nunca, y no era algo que me molestara, solo me interesaba Sebastian en ese momento como para querer ponerme mal debido a la falta de atención que me daban los chicos de mi clase.

—Si les dieras la oportunidad y dejaras de pensar en Wilder tal vez notarías que algunos te miran de vez en cuando —Autumn siempre intentaba hacerme ver lo positivo de todo, intentaba hacerme sentir mejor pero realmente era complicado.

—Normalmente cuando me prestan atención es para dos cosas en especifico, pedirme el número de teléfono de Peyton, o el tuyo.

—Eso no es cierto —intentaba negarlo, pero tenia la maldición de la sombra, si no era consumida por la de mi hermana, era la de mi mejor amiga.

—Sabes que te adoro, pero me parece que la que no presta atención en ocasiones eres tu.

—Eso no significa que no puedas tener un par de citas, Beth. Ve, sal unas cuantas noches, besa un par de chicos, y olvídate de Wilder de una buena vez... de lo contrario seguirás sufriendo, y llegará un punto en donde no podrás hacer nada al respecto.

Sabía que tenía razón, solo no quería escucharla. 

Anne, Schlesinger ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora