EL SECRETO

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Tenía que sentirme mal por lo hacía, pero tenía que admitir lo mucho que disfrutaba de la compañía constante de Sebastian todos los días en la escuela.

No sé exactamente cuantos días pasé a su lado mientras él componía en el piano del salón de ensayos, y yo dibujaba su retrato, sentada en un taburete a la distancia.

Jamás pensé que nos volveríamos tan unidos en cuestión de días... y aunque su relación con Peyton parecía irse en picada por un acantilado, había algo en el que parecía no querer dejarla ir por completo, y eso me molestaba... no me importaba que mi hermana se hiciese a un lado finalmente, no me sentía mal por ello en lo absoluto.

—Eso se ve fantástico —susurró a en mi oído haciéndome sentir de una manera en la que solo él podía hacer.

Me encontraba a solo unos días de comenzar a recibir noticias sobre las escuelas a las que había enviado solicitud. Estaba muy nerviosa, pero tenerlo a él conmigo de algún modo me hacía perder el miedo.

—Es para mi exhibición de graduación, ¿te gusta?

Su cabeza estaba sobre mi hombro, sus manos me abrazaban la cintura y mi corazón corría a mil por hora. Era extraño pensar que esto era normal, que ahora me parecía cotidiano tenerlo a mi alrededor de esta manera sin ningún tipo de dolor de por medio... o eso quería pensar.

—Me encanta. Es increíble el talento que tienes, aun me parece asombroso como eres capaz de crear todas estas cosas.

—No soy tan increíble —dije intentando restarle importancia mientras terminaba de dar una ultima pincelada al lienzo, y dejaba el pincel a un lado.

— ¿Qué tontería estás diciendo? —con su mano tomó mi mentón y volteo mi cabeza —Eres la chica más increíble que existe, Beth. Créelo.

Fue en ese momento cuando me di cuenta de lo realmente peligrosa que se había vuelto nuestra amistad. Aunque lo conocía desde hacia mucho tiempo, nunca se había sentido así estar a su lado.

Cada vez que nos veíamos en un pasillo, podía notar como sus ojos se iluminaban al verme, realmente parecía estar feliz de pasar tiempo conmigo, y yo realmente creí en esa ilusión fantasma.

— ¿Acaso Wilder te acaba de guiñar un ojo? —soltó con algo de indignación Dae mientras caminábamos en dirección al salón de Historia.

Mi cumpleaños número dieciocho había sido hace tres días, y la decoración de toda la escuela aún me lo recordaba constantemente... haber nacido el día de San Valentín nunca me había parecido algo malo, hasta que descubrí de que trataba específicamente la fiesta. Las personas solían enviarme tarjetas de corazones y rosas como regalo de cumpleaños y no porque realmente quieran relacionar San Valentín conmigo. Pero Sebastian había dejado una rosa junto con un pequeño corazón de chocolate en mi casillero, y junto a esto, una tarjeta de feliz cumpleaños con un oso con sombrero. Había una diferencia entre los obsequios, una diferencia que me hizo sonreír genuinamente. 

—Es su forma de decir hola, supongo —le resté importancia solo para no tener que dar explicaciones de más.

Mis amigos no tenían idea de que Sebastian y yo pasábamos tiempo juntos, siempre sin darnos cuenta, nos encargamos de mantenerlo en secreto. Nunca hablábamos en los pasillos si había personas alrededor, solo miradas curiosas y una que otra sonrisa.

—Parece que ya no te molesta la idea de él por aquí.

—Estoy intentando pensar en cosas más importantes, como mi futuro. ¿Ya te dijeron algo los caza talentos? —pregunté para desviar la conversación.

Anne, Schlesinger ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora