Capítulo 04

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Mi celular sonó, tempranísimo

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Mi celular sonó, tempranísimo. Pero aun así me levanté, tenía que hacer cosas muy importantes ese día para poder ganar la apuesta en la que me había metido. 

No puedo creer que dijera que si.

Me desperecé y lo primero que hice fue coger mi celular y marcarle a Rosé, solo esperaba que no estuviera dormida o en uno de sus tantos de esos paseos deportivos que hacia las mañanas de los sábados. Para mi mala suerte, la llamada entro en la casilla de voz. No le deje ningún mensaje, lo mejor sería hablar con ella personalmente.

Me bañe y coloque la ropa deportiva, para tratar de encontrar a la chica. Salí de mi apartamento y comencé a trotar con los audífonos metidos en los oídos, escuchando a mi grupo de Rock favorito. Pude divisar a lo lejos, cuatro o cinco cuadras que Rosé estaba bajando en la misma dirección en la que yo iba. Apresuré el paso, pero a la mitad de la maratón Rosé comenzó a correr y me dejó atrás sin mucho esfuerzo. Genial, una fumadora empedernida está tratando de alcanzar a una deportista innata. ¿Podía ser más ilusa?, era mejor esperarla en la puerta de su casa, así mis pulmones no sufrirían las consecuencias.

—No... No me puedo dar por vencida.—dije en voz alta y comencé a correr mucho más—¡Hey Rosé! ¡Espera!—grité por toda la avenida. Esperando que se apiadara de esta alma en penitencia y cediera un poco el paso. Pero no me escuchó.

La mañana estaba completamente hermosa sin igual, el aire libre y limpio que nos regalaban los grandes árboles de las colinas, eran una cachetada para mis pulmones llenos de tabaco y alquitrán. Describiría mucho mejor esta mañana soleada con cálido rayos solares, que penetran dejando un leve calorcito en las mejillas, si es que en las mañanas me despertara con el mismo humor con el que estaba por las noches. Pero no... Y eso era algo que tenía que cambiar. Odio despertarme por las mañanas, odio el agua fría de la ducha, odio caminar al trabajo cuando mi auto se descompone y Jungkook no me quiere llevar en su Harley.

—Hey Rosé...—dije jadeando una vez la alcancé, pero no lo hice por mis méritos sino; porque ella se había sentado un momento en una de las bancas del parque, para amarrarse las hileras sueltas de sus rojas zapatillas.

—Hola, Lisa. ¿Cómo amaneciste?—preguntó sonriente y me dieron ganas de abofetearla.

—Bien...—respondí aún jadeante.

—¿Y ese milagro?—me apuntó—¿Tú corriendo tan temprano?

—Cambio de hábitos.—reí en mi fórum interno.

—¿Y eso? ¿Una apuesta con Jungkook?

—Exacto y necesito tu ayuda, Rosé.

—¿Para qué soy buena? Con tal que le ganes a ese niñito.

—Rosé...—me quejé blanqueando los ojos.

—Aish... Está bien.—se quejó—A Jungkook.

—Bueno...—comencé, baje un poco la cabeza y me mordí el labio inferior. No quería decirle que tenía que convertirme en una Barbie hueca y enamorar a alguien en menos de tres meses, para luego cortarlo de la manera más horrible que se me pueda ocurrir. 

𝐋𝐚 𝐀𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚║𝐥𝐢𝐳𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora