Epílogo

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Cinco años después 

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Cinco años después 

Miré el reloj de nuevo. Una y media.

No habían pasado ni dos minutos desde la última vez que lo observe y Jungkook aún no llegaba. Volví a observar el gran reloj de la cocina. Su tic-tac me comenzó a desesperar. Saqué la segunda charola donde estaban los pastelillos de anís con crema de fresa en el centro que había orneado en la mañana. La tele prendida en la sala, daba luz y bulla a la estancia. Saqué y acomodé las cosas, para poder armar el sofá cama que siempre utilizábamos cuando mirábamos la tele. 

—Es mejor que lo llame.—dije para mí misma. Saqué el auricular y me llevé el intercomunicador al baño. Recién llegaba de una reunión con las chicas y comencé a desmaquillarme.—Vamos Jungkook contesta. 

—Technology & Cia. Buenas tardes.—saludó una mujer—¿En qué podemos servirle? 

—Suhee, habla Lisa.

—¿Le comunico con el Señor Jeon?—preguntó amablemente.

—Si, por favor.

Suhee. La nueva secretaria de Jungkook era una señora completamente educada, cortes, amable; un sol. A pesar de sus cuarenta y tantos años, seguía en la empresa, por su excelente función y ahora que a Jungkook lo promovieron, entonces necesitaba a alguien más eficiente. 
Rosé nuestra antigua secretaria, se casó hace tres meses con Taehyung así que están de luna de miel. A penas llegaron, Tae no quiso que siguiera trabajando. Total. No lo necesita. 

Escuché la voz de Jungkook que preguntaba quién era. 

—Su esposa Señor Jeon, por la línea cuatro.—escuché. 

Su esposa. Señora de Jeon, me gustaba cada vez más.

Llevamos más o menos un año de casados, no esperamos mucho. Total, ya nos habíamos saltado la parte de conocernos. Teníamos puntos a nuestro favor.

—Señora Jeon. ¿Cómo está usted?—su voz sonó en el auricular.

—Mal.—dije.

—¿Por qué amorcito? ¿Te sientes mal?

—No físicamente, pero te olvidaste que tenemos una cita hoy.—hable con esa vocecilla con la que siempre conseguía lo que necesitaba. Esa que Jungkook siempre me había dicho que usaba en su contra cuando sabía que no le iba a gustar lo que le diría o peor aún; cuanto iba a llorar su tarjeta Platinum, cuando ya había llorado la mía.

—No me olvidé, Lisa.—comentó riendo—Estaba por salir cuando llamaste. 

—Te extraño...—ni bien estaba saliendo de casa a la oficina y ya lo extrañaba.

—Yo también te extraño cielito...—comentó—Y por eso creo que fue un error que dejaras el trabajo aquí en la oficina.

—No.—reí—Porque sino, no trabajaríamos ninguno de los dos. Además estoy bien en el mío.

𝐋𝐚 𝐀𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚║𝐥𝐢𝐳𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora