«First part.»

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Quizás nada era como antes, según Jihoon, pero sí podía rescatar que le gustaba en cierta medida estar solo, hacer lo que quería, si salir o no, si quería levantarse o no, si necesitaba salir un rato a mirar el mar o quedarse en casa llorando solo.

Todo era según él, según sus propias reglas, medidas y demás. Su comida chatarra para él solo, sus cosas propias y todo lo que SoonYoung le había dejado.

Aunque no todo era precioso, no todo para el pequeño era fácil ni sencillo. A pesar de tener sus propias reglas, también le gustaría tener a alguien con quien discutirlas, con quien salir a comer, con quien mirar el mar en los días soleados que la gente aprovecha para darse un baño en el mar. Estar con alguien acostados en una cama, mirándose con cariño y afecto, con ciertas miradas coquetas y chispitas rebosantes de atención al otro.

Extrañaba eso, porque de todas formas la soledad lo estaba llevando a ser un ermitaño, casi sin tener contacto con nadie, a excepción de Chan, un viejo amigo que lo visita bastante, puesto que es un chico pequeño que disfruta de cosas sencillas, de cosas que le puede brindar su viejo amigo Jihoon.

Hoy, no tenía ganas de hacer otra cosa que levantarse y mirar el mar por su pequeño balcón con una taza de café en la mano. Anoche se durmió temprano, cosa que le favoreció para despertar temprano también. Y eso hizo, tomó una taza, le sirvió café con leche, para salir y sentarse en un sillón con cojines que siempre ocupa solo.

Daba pequeños sorbos, bostezando o sólo pestañeando viendo la playa desierta por la hora tan temprana como para ir. La playa estaba un poco lejana de su casa, pero nada que unos cinco minutos de caminata le ayuden a llegar plenamente. De todas formas desde su casa podía ver completa, serena o perturbada con la gente.

Su taza a medio tomar sólo se dejó ahí. Se colocó la misma ropa de ayer, y salió a caminar dejando sus llaves en su bolsillo. Su rostro completamente neutral, mientras caminaba a peso lento por la arena. Miraba las olas romperse en la arena, desplazándose a los pies de Jihoon, chocando un poco con estos, pero sin importarle nada. Sólo sentía la fría agua, con cierta relajación. Sus pantalones levantados evitando mojarse, mientras caminaba, volteando más de una vez su cabeza para mirar las olas que de a poco se aproximaban a la orilla. Estaba cansado de todo, y sólo miraba el mar como si fuera un escape de todo, como si pudiera escapar de su vida aburrida y monótona.

Suspiró un poco y detuvo sus pasos, miró hacia el frente, viendo a un chico que estaba trotando a pie descalzo, chocando de vez en cuando sus pies con el agua, chapoteando un poco. Aquel chico que había cautivado la mirada de Jihoon, mirándolo todo el rato.

Aquel chico más alto que Jihoon, sólo lo miró de reojo, le dio una sonrisa pequeña y siguió con su caminata o más bien su trote sobre la arena mojada. El bajito se quedó parado, viendo como el cuerpo más grande que le había entregado una sonrisa se alejaba conforme sus pasos le permitían hacerlo, sonrió y se quedó parado sintiendo las olas que llegaban a sus pies llenos de arena que se entrometía entre medio de sus dedos.

Bajó su mirada, sonrió, y siguió caminando como si nada, con las manos en los bolsillos y su mirada pegada en el suelo, llegando las olas a sus pies, sin nada que importara. No importaba el viento, el frío o la sensación de que en cualquier momento iba desfallecerse, sin fuerzas, sólo que el agua le arrebatara las ganas de dejar de existir. Se sentía pesado, con ganas de sólo irse, de dejar todo atrás. Pero era demasiado doloroso, no podía vender la casa en la cual había vivido por tres años como si fuera una cabaña de tres días. Sus pies se detuvieron, se fueron a el frente. Algunos pájaros sin preocupaciones volaban, pasaban por encima del mar intranquilo y turbio.

Se alejó y luego se sentó en un relieve superior donde no llegaban las olas, mirando las olas con las piernas levantadas apoyando sus brazos sobre sus rodillas. Su mirada triste y melancólica, con cierta tristeza marcada. Sólo escuchaba y miraba con tranquilidad el mar, que se movía sin preocupación, sólo con su deber de mover el agua a la orilla. Mientras su cabeza estaba atestada de cosas, de dolor sobre todo.

Por su cabeza no pasaba otra cosa que el típico...

"¿En qué estará pensando SoonYoung?" o el muy clásico, "¿Qué estará haciendo?"

Es algo que le atora la cabeza, haciendo historias en su propia mente, imaginando que quizás ya consiguió a alguien mientras Jihoon se queda intranquilo pensando en el pasado.

Más de una vez revisa los álbumes de foto que abandonó su ex, no podía evitar llorar mientras los ve, con ciertas sonrisas entre las lágrimas con recuerdos que atoran su cabeza en el pasado. Jihoon vivía en el pasado, él lo sabía, todos lo sabían, y por más que pasaran los días, no dejaba de pensar.

Se levantó de la arena, volviendo tranquilamente a su casa. Entró, viendo la taza de café con leche que antes tenía, se la llevó y botó el café con leche en el fregadero. Dejó la taza ahí, y se fue a su habitación. Se recostó en la cama que no había hecho en tres días y puso su cuerpo de lado, mirando el espacio que faltaba a su lado. Arriba de él, arriba de la cama en la que se encontraba, había un pequeño cuadro, uno que estaba sobre la cabeza de la cama. Colgado y empolvado, tenía unas grietas en los bordes.

-Te extraño...-Dijo tomando el cuadro, sacando con la mano el polvo, que después botó al piso de madera de la casa.-No sabes cuanto...-Abrazó el cuadro, en donde estaban en un jardín, el cual estaba lleno de flores, con ellos de la mano y sonriendo hacia la cámara. Con el cuadro en el pecho, empezó a llorar, a llorar y botar lágrimas que antes en la playa se había arrepentido de botar.

Se recostó, enrollado en un pequeño bollito, todo enroscado, solo y como un perrito abandonado. El cuadro era fuertemente apretado contra su pecho. Las cortinas estaban cerradas a pesar del fuerte sol que estaba saliendo en todo su esplendor. Estaba solo, a oscuras, con un cuadro que apuñalaba en la cabeza y el corazón de Jihoon fuertemente. No soportaba el hecho de estar abrazando ese cuadro y no el cuerpo de SoonYoung.

Cuando se dio cuenta de todo, su dedo estaba sangrando por un pedazo de vidrio, puesto que tiempo atrás antes de que su en ese entonces pareja se fuera, le lanzó el cuadro lo rompió en una parte, tomó su maleta y se fue, sin mirar atrás. Ese día estaba grabado con un marcador en la parte de atrás, hecho por Jihoon, quería finalizar con todo, pero pareciera como si esa fecha no significara nada, sabía que no era así, tenía claramente entendido que no era real el hecho de que lo había olvidado.

Regresó el cuadro donde antes, y fue a lavar su dedo.

Vio su cara, ojerosa, pálida y un poco roja en sus ojos, por las ojeras entre moradas y rojas. Se recargó en el lavamanos y miró el espejo. Una nota que estaba arrugada, completamente dolorosa para Jihoon. "Te amo, te dejé comida en el refrigerador". Cada vez que la ve sonríe para luego romper en llanto.

Pero esta vez fue diferente, Jihoon sólo se dejó caer al suelo, llorando sin control. Respiraba a penas, con una astilla en su pecho.

Y no había una pinza que lo sacara.

«The beach»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora