«Step seven.»

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Seungcheol en brazos de Jihoon, era la cosa más maravillosa que puede sentir su pecho, su corazón y sobre todo sus brazos. Los extrañaba cuando despertaba y el cuerpo de Jihoon no estaba, extrañando el calorcito que emanaba hacia él. ¿En verdad estaban de esa forma tan apegada y se seguían llamando amigos? Según Seungcheol era patético.

Jihoon hoy no tenía que ir al trabajo, pues lo haría desde casa. Mientras que Seungcheol, la verdad sólo no fue porque se presentó un problema en el lugar donde trabajaba, así que según su jefe, era mejor no ir. Jihoon estaba en la mesa de el comedor, estaba pensando, cansado, con un dolor de cabeza que hasta a Seungcheol le preocupada.

—¿Me puedes traer una taza?—Preguntó Jihoon, mientras ponía sus codos sobre la mesa y pasaba sus manos por la cara.—Por favor...—Seungcheol se levantó de inmediato. Buscó una taza, sirvió con cuidado el café, y se la dio a Jihoon. Él estaba desparramado en la silla, cansado, de seguro se sentía mal. Eso pensaba Seungcheol.

Dejó la taza a un lado, limpió todos los papeles de la mesa, y levantó con su mano el cuerpecito de Jihoon cansado. Este se dejó llevar fuera de la casa. Seungcheol lo sentó en el sillón que tenia fuera, sentándose ambos juntos. Jihoon apoyando su cabeza en el hombro de el más grande.

—Debes relajarte, te hace mal trabajar tanto...—Acarició su cabeza, y luego sólo sonrió.

—Pero debo terminarlo...—Susurró, suspirando al final, abrazando luego el cuerpo de el pelinegro, que para Jihoon estaba cálido.—Debo trabajar...—Se intentó levantar, pero el pelinegro le impidió.

—No, ahora vamos a caminar por la playa para que te relajes, estás muy tenso.—Lo abrazó cuando intentó levantarse. Caminaron en silencio por mucho tiempo.

Caminaron en silencio, un silencio entre ambos, porque el exterior era abarcado por las olas rotas como sus vidas, en la arena rozando sus pies descalzos y las gotas que chocaban en sus rostros, otras gotas que se iban al cielo evaporadas. Algunas voces lejanas, que iban por sus espaldas de gente que no conocían pero que parecían tener un buen día. Estaban un poco cansados, y la compañía del otro complementaba todo, ambos estaban cansados, casi que comparten sus sentimientos, y se consuelan entre sí si es que el otro está decaído. Estar en la playa, mirando el mar, el sol brillante y la arena que estaba bajo sus pies, era la manera de liberar todo en silencio. Incluso, sus mentes flotaban, al mismo tiempo que las gotas que estaban siendo evaporadas por encima de las olas, eran sus mentes que se iban, y viajaban, de un lado a otro, pensando sin mirar su cuerpo físico que pasaba frío u otras cosas.

—Jihoon...—Seungcheol paró, y ambos terminaron igual. Jihoon se paró en frente de él.—Tengo algo que decirte.—Se colocaron frente a frente, mirándose a los ojos. Las estrellitas que Seungcheol podía presenciar en el rostro de Jihoon, su cara dulce y tranquila, sus manos en sus bolsillos que luego salieron por lo que el mayor le iba a decir. Sus labios relamiéndose, mientras el pelo se le meneaba como pequeñas hierbas en primavera, con una brisa tranquila, que hacía danzar los matorrales y las hierbas, el pelo de Jihoon, rubio, mientras que algunas fibras de su cabello lindo y esponjoso, que hacían enloquecer las manos de Seungcheol por la suavidad de estos.

—¿Qué pasa? ¿Pasó algo malo...?—Su cara se afligió, claramente estaba preocupado.

—¿Por qué no llegaste más temprano a mi...—-Ambos sonrieron, sólo que el más bajito de cierta forma confusa.—Ahora... Ahora me siento feliz, contigo, acá, en la playa... Me siento feliz contigo... ¿Por qué no llegaste antes?—Seungcheol estaba nervioso. Incluso sus manos temblaban, su estómago estaba revuelto, y no porque comió algo que estaba malo, ni por comer en exceso, si no por la respuesta y la carita pequeña de Jihoon. Estaba tranquilo pero a la vez ansioso por él.

«The beach»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora