«Second part.»

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Un mes, dos meses, tres meses. Son los que de a poco Jihoon contaba, los cuales sólo dedicaba a trabajar, para distraer su vida miserable, completamente horrible. Como productor musical, solo, creando canciones y cosas así para poder distraer su mente de cosas como la falta de compañía en su vida. La felicidad o más bien los ánimos de vivir de Jihoon bajaban cada día. Todo estaba mal en él, todo estaba vacío, sin nada que pudiera completar el pequeño pero gran espacio en su corazón. Algo que no puede controlar, buscando y buscando algo o alguien que de verdad pudiera llenar sólo un cachito de el espacio que le arrebataron.

Hace más de un año y medio.

No aguantaba más, necesitaba abrazar un poco más a SoonYoung. Y por eso estaba frente a su puerta, a punto de tocar. Tocó y se escondió detrás de una pared que estaba al lado de la puerta de su ex. Escuchó la puerta abrirse y salió de su escondite.

-¿J-Jihoon?-Murmuró el mayor, mientras negaba suspirando.-Sabes que no deberías estar acá.-El chico estaba igual de brillante, quizás un poco más amargado por la presencia de su ex, Jihoon, pero nada, seguía igual de lindo, de radiante, con sus ojitos más tristes siendo los mismos de siempre.

-Lo sé. Pero no puedo, no puedo sólo quedarme en nuestra casa.-Murmuró acercándose a la puerta.

-Tu casa.-Corrigió de inmediato.-Ya no vivo contigo, no somos nada, tú lo sabes, y no sé cuantas veces más tengo que soportarte, nuestras vidas ya son diferentes, ha pasado un año y medio. Supera todo.-Escuchaba esas palabras, haciendo que la astilla que estaba apuñalada en su pecho se moviera, como un cuchillo que enterrado en alguna parte se moviera, provocando más dolor.

-¿¡Crees que no lo sé!? ¿Crees que puedo superar cinco años de un día a otro? Sólo déjame abrazarte o quedarme un rato...-Murmuró mirando el cielo, tambaleante.

-No Jihoon...-Completamente frío, haciendo que la mirada de Jihoon se levantara con sólo dos palabras que hicieron casi temblar sus piernas de sólo tristeza. Su estómago se estrechó, como un nudo. Casi como si alguien se metiera en sus entrañas y cosiera en su estómago, produciendo una angustia y dolor que nada aliviaba.-Si te dejo pasar, caerás en lo mismo, como un puto perro abandonado. ¡Vive tu vida! Disfruta la playa que tienes frente a ti, olvida todo, olvídame y vive tu vida por una puta vez.-Los ojos cristalinos de Jihoon fueron a los de el otro mayor y más alto.

-Pero tú eras mi vida. Se supone que la playa la íbamos a compartir, no que la viera cada mañana solo, sin ti. ¿No entiendes?-El más alto negó, y se apoyó en la puerta afirmada por él mismo.

-Déjalo, sabes que nunca fue así, sólo déjalo. Ya has venido más de una vez, tendré que cambiarme de casa si sigues.-Suspiró burlesco por la situación. Jihoon sólo liberó una lágrima de sus ojos, una pequeña discreta que ni siquiera el rostro de al frente pudo notarla. Sus brazos se bajaron, pues antes estaban sobre su sudadera un poco apretada, pero luego de esa sonrisa y risa pequeña, todos los ánimos de Jihoon o la pequeña esperanza que tenía antes, se esfumó tan rápido como nunca antes.

-Lo siento por hacerte perder el tiempo. Hasta nunca.-El más bajito no miró más, se despidió y regresó a casa resignado, con un dolor de estómago, pero no ese dolor de enfermedad, era un dolor de angustia, de miedo, miedo a quedar solo mientras todo el mundo sigue girando. No tenía porque sentirse así, tiene gente que lo quiere. ¿No? ¿O sólo los está apartando con su melancolía?

Quizás eso era lo más probable. Volvió a casa, se recostó en su cama, y no salió ahí, a pesar de estar muriendo de hambre, no salió de su cama. Su estómago estaba cosido con la tristeza, y con el miedo, con la melancolía y la famosa angustia que de verdad le atormentaba. Su cabeza repasando varios de los pensamientos que de verdad lo llamaba a sólo dejar de vivir, sólo dejar de existir, ya que nadie lo extrañaría. Ni siquiera el mismo. Estaba llegando a tal punto de tristeza, en el cual nada tenía sentido, su vida era un juego. Todos lo usaban cuando querían, todos necesitaban de él para luego abandonarlo, sin nada que pudiera respaldar su felicidad. Sólo desechando lo que es, desechando su amistad, su persona. Nada tenía sentido...

¿Qué pasaba si desaparecía? ¿Quién se preocuparía por él?

Nadie.

Y esa era la respuesta correcta para que dejara de existir. Quizás si se mataba, si se daba esa chance, en un momento de desesperación, si pasara, de seguro nadie se daría cuenta de que fue así. Probablemente nadie notaría su cuerpo putrefacto hasta que el olor asqueroso salga de la casa en la que habitaba alegremente antes de que su vida se desmoronara.

La vida que según Jihoon y SoonYooung, era la perfecta para seguir viviendo feliz, la perfecta para seguir existiendo y respirar relajado con la persona que quería en su momento. ¿Jihoon había perdido el sentido de la vida al perder a la supuesta persona de su vida?

Quizás...

Era lo único que poblaba su mente. Tal vez era demasiado dependiente de SoonYoung, eso estaba mal. Siempre se prometió que no debía depender de nadie más que de él mismo, pero era mentira, todo una mierda. Ahora su corazón dependía de él. Soñaba con él, acariciando su rostro frente a las olas que en la noche se vuelven más turbulentas, tomados de la mano con una sonrisa intercambiada. Todo perfecto, hasta que sus ojos se abrían, viendo el vacío que era su cama, mientras que sus ojos llorosos mojaban de todas formas la almohada, víctima del sufrimiento de Jihoon. Era común, su vida era fuera de lo normal, pero en el sentido negativo, se sentía más que miserable, más que eso. Se sentía completamente mal, consigo mismo y con todos.

Sus ojos se fueron a su techo, el cual tenía una mancha, pequeña pero notable. Recordando cuando se formó, con una tonta pelota que traían de la playa y que estaba empapada, la lanzó y chocó con el techo. Jihoon nunca pudo olvidar sus risas que resonaban en toda la casa.

Ambos eran demasiado felices juntos. No saben cuando pudieron dejar de serlo, y siempre se culpó de eso, siempre el más bajito pensó que estaba mal, que era completamente su culpa que el ahora ex pareja lo dejara. Que ya no se encuentre en sus brazos. Y es cierto, lo intentaron, y lo intentaron, hasta el mayor se hartó, sabía que no llevaba a nada, y ambos se estaban lastimando al intentar pegar los pedazos de el jarrón de su vida, que todo lo que imaginaron alguna vez era una mentira. Siempre lo pensó así para no lastimarse más.

La vida perfecta con la familia y las cosas perfectas siempre fueron sus ideales, siempre pensaron que eran capaces de lograrlo, de poder llegar a ser las personas perfectas para el contrario, pensando que habían encontrado a su alma gemela. Pero no era cierto. Estaban cegados por el idealismo, nada más.

-SoonYoung...-Suspiró mientras abrazaba la almohada de su lado, la cual estaba blanca y pulcra. Mojó esta, manchando la inmaculada almohada con su líquido propio de su tristeza tan gigante resguardada en su corazón, bien oculto y perpetuo.

Como cadenas que de todas formas lo dejaban encadenado a el pasado, una celda de la cual no podía salir.

Ese dolor que estaba encadenado a él hasta que dejara ir el pasado que tanto le provocaba dolor...

«The beach»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora