«Step one.»

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Se acostumbraron a dormir en la misma cama, a compartir el espacio y la comida, el horario, a todo. Estaban cambiando sus vidas, juntos, pasando por lo mismo poniendo ladrillo por ladrillo cada parte de su vida. Era bueno, realmente bueno. 

Algunas noches retrodecían un paso, pero era parte de el avance, sabían que no era fácil, sabían que les costaría pero perfectamente manejaban las cosas. Eran felices, eran más de lo que antes eran, un par de tontos con buena vida que la pasaban mal, sólo porque una pieza no estaba. Era como ver un rompecabezas con una pieza faltante. Tienes todo, pero algo no cuadra, algo falta. Era algo que de verdad les atormentaba, que la felicidad en algún momento se acabase. Que en toda su vida, sólo tenían una dosis de felicidad y que esa dosis se podía acabar en un segundo, para luego manejar una vida aburrida que no tiene sentido. ¿Era eso lo que pasaba? ¿O sólo no estaban satisfechos?

—Hoy es sábado, ¿No vas a ir a alguna parte?—Preguntó Jihoon mientras se servía un café, claramente era lo que más amaba de todo lo que podía tomar en su casa.—Deberíamos salir a alguna parte.—Seungcheol estaba en el marco de puerta de la cocina mirando como Jihoon se hacía el café, pensando en responderle. 

—Sí, pero a donde. Porque la verdad me da flojera el sólo pensar ir a alguna parte.—Suspiró acercándose un poco a Jihoon.

—Sólo a la playa, hace calor, podríamos bañarnos.—Sonrió el rubio, mientras que el más alto se ponía a un lado, tomando la vulnerable taza que Jihoon no había tomado en cuenta por el asechamiento de el pelinegro. Tomó un sorbo y luego sólo dejó la taza. El rubio le dio una mirada molesta, pero el contrario sólo rió. Ambos terminaron riendo.—¿Te parece la idea o no?—Asintió, tomando la mano de Seungcheol antes de que dejara la habitación. 

—¿Qué pasa?—Dijo confundido, haciendo que la mano de Jihoon se soltara de inmediato, dándose cuenta de lo que había hecho. 

—N-Nada, prepara tus cosas.—Miró su taza. ¿Por qué había despertado pensando en salir con él? Jihoon no lo entendía. Primera vez que tiene ánimos de salir con alguien, en mucho tiempo, era raro, pero bueno bueno para su vida, algo bueno que había surgido por fin.

Se prepararon, llevaron un quitasol, unas toallas, crema solar, pues el sol estaba muy fuerte, y un congelador portátil para la comida y un poco de bebidas. Estaban muy preparados y felices. Seungcheol tenía unos lentes de sol, y su short azul de baño. Jihoon en cambio, era tan pálido, que estaba casi bañado en bloqueador solar. 

Reían mientras caminaban, tirando un poco de arena hacia atrás por la tracción que hacían en sus pies. Estaban por fin sonriendo, el sol pegaba sobre sus hombros, y estaban listos para pasar un sábado lindo, pintoresco, tranquilo y divertido. 

Se colocaron en una parte un poco alejada de todos. Sus toallas lo más cerca de el quitasol. Se sentaron un rato, y disfrutaron unos veinte minutos del sol. 

—Voy a nadar un rato.—Dijo Seungcheol, mientras miraba a Jihoon a su lado, sobre su propia toalla, escuchando de fondo las olas romperse sobre la arena de la orilla.—¿Me acompañas?—Se levantó, limpiando su trasero de arena que en realidad no tenía. 

—Vamos.—Dejaron sus cosas, y se fueron corriendo mientras reían al agua. Esperando a meterse de inmediato cuando la ola se encaminara a ellos. Una gran ola venía a sus cuerpos, se avecinaba, pero no era tan grande. Sus piernas chocaron con la ola que había roto violentamente sobre la arena, haciendo un ruido especial. Sus pantorrillas ya estaban bajo el agua, y sobre todo Jihoon, que casi le llegaba a las rodillas. Jihoon se quedó estático, mirando el horizonte. Hasta que un chapoteo cercano se escuchó sintiendo luego gotas sobre su pecho descubierto. Se trataba de cubrir mientras chapoteaba a la vez. Jihoon reía, Seungcheol también, eran dos risas demasiado animadas, como la de niños pequeños jugando en un parque, animadas y risueñas, esas risas que te hacen sonreír por escucharlas de lejos. Al fin habían alejado un poco la tristeza para dejar un tiempo a la alegría que compartían con poca frecuencia.

Reían y se perseguían, corriendo con ganas sobre el agua. Seungcheol disfrutaba al fin ver la sonrisa de Jihoon en su rostro, la que a penas veía, pero que le alegraba presenciar. 

—¡Jihoon!—Lo tomó de los hombros, y ambos pararon de reír.—Mírame.—Sonrieron, tontamente, sintiendo otras nuevas olas chocar contra sus piernas, sintiendo como si el tiempo parase. Los ojos de Jihoon relucían con el sol detrás, y las gotas de agua evaporarse hacía el cielo, brillaban como pequeñas luces, luces que antes no existían por su aburrida vida que antes aguantaba. Mientras que los de Seungcheol, a Jihoon le encantaban, eran redondos y atractivos, dando la impresión de que eres la persona más importante frente a su mirada.—¿Te atreves a nadar?—Jihoon dudó, pero asintió, mientras sentía la mirada segura sobre él. 

—S-Sí, pero nunca he ido muy lejos...—Suspiró, tomó aire, y se comenzó a meter cada vez más a el mar, escuchando los pasos rápidos de Seungcheol detrás tratando de pillarlo.

Jihoon cuando vio que una ola grande se avecinaba, se agachó, para interceptar la ola. Cuando lo hizo, salió, con toda su cara y cabeza mojada. Seungcheol rió, y tomó el pequeño cuerpo de Jihoon, metiéndose juntos en la siguiente ola. 

Fue así por muchas otras más. 

Se habían reído, sonreído, gritado y corrido. Habían corrido por toda la playa, como si no hubiera un mañana, sus pies sobre la arena que se siente genial, como hacían tracción sobre la arena suave, a la vez que su cuerpo se movía, a veces con el agua que llegaba de suerte a sus piernas. Algunos saltos locos que hacían sentir el viento en sus rostros. El viento que generalmente venía con chispas de agua que refrescaban sus pálidos rostros. Todo su cuerpo lleno de sensaciones que eran difíciles de borrar, o de no sentir, de ignorar, cosas que verdaderamente hacían vibrar su pecho y todo al interior. Se sentían por fin en un sitio feliz, en su lugar feliz. Su propio mundo, al fin, pero juntos. 

—Seungcheol. ¡Mira!—Apuntó el suelo, encontrando una caracola, una que la verdad hacía brillar los ojos de Jihoon, sus miradas se cruzaron y él la tomó en sus manos.—Es una muy linda...—Se la mostró, era un poco rojiza, casi como el color de un ladrillo, sólo que más disuelto, más suave. Seungcheol la miró y la puso en el bolsillo de su pantalón de baño. Jihoon sonrió, mientras que Seungcheol tomaba una pequeña piedra.

—¿Ves esta piedra?—Jihoon asintió, mientras sentía como otra ola arremetía con sus pies fríos pero enérgicos. Seungcheol la movió un poco en su mano separó un poco sus pies, y echando su brazo hacia atrás, lanzó la piedra. Cayendo en un lugar del mar turbulento que llevaba más olas.—A veces tienes que desechar cosas de tu vida Jihoon. Y entre esas cosas, sabes que incluye.—Tomó entre sus manos la cara de Jihoon, este último quedando atónito, mientras conectaba sus ojos con los del mayor.—Sigamos juntos y olvidemos todo.—Jihoon asintió, mientras ponía sus manos sobre las del mayor. Se sonrieron una vez más, y por el frío volvieron a las toallas. 

Se taparon con estas, con el cabello mojado, con sus pies llenos de arena, y sus cuerpo empapados por el agua salada a la cual se habían lanzado. El sol estaba dejando de dar tan fuerte sobre las cosas o personas expuestas. Se miraban y sonreían, o riendo por las cosas que habían hecho, correr, saltar y reír como niños pequeños recién descubriendo la playa. 

—Fue un día grandioso...—Susurró Jihoon, mientras escuchaba el sonido del agua. 

—No fue, lo es. Todavía no ha terminado.—Sonrió, mientras buscaba la mano encima de la arena de Jihoon. Cuando sintió el calor de la arena junto a el de su mano helada por el viento y el agua sobre él. Sus manos se interpusieron, y sólo sonrieron inconscientes, como si supieran que eso confortaba al otro. Sabían que se hacían felices con cosas pequeñas, porque sabían lo que era la tristeza máxima. 

A lo mejor no experimentaban el amor como antes, quizás su perspectiva de eso era diferente, y por eso no diferenciaban las cosas que sentían. Estaban perdidos otra vez en lo que sentían.

Ya no era tanta tristeza, quizás confusión... 

No sabían a donde iban, pero era mejor vivir el momento.

«The beach»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora