Capítulo 20

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A veces la mente bloquea recuerdos traumáticos para que no afecten en nuestra vida, posiblemente tu cerebro haya hecho eso.

Llevaba toda la noche sentada en la camilla del hospital, con las piernas encogidas y rodeadas por mis brazos, mirando hacia Zayn, pensando en aquellas palabras de Taylor. No paraban de repetirse en mi cabeza, una y otra vez; me estaban volviendo loca. Al final, me tumbé en la camilla y a los cinco segundos estaba dormida, rendida por el sueño y aún con la cabeza explotándome con la voz de Taylor.

Cuando me desperté, Zayn seguía dormido. En la habitación había una efermera jugueteando con la bolsa del gotero. Me dio los buenos días y me dijo que tenían que quitármelo, ya que el día anterior había comido bien y lo más probable era que por la tarde me dieran el alta. La herida estaba bien cicatrizada, pero preferían esperar unas horas para ver si seguía igual o había cambios. Luego entró otra enfermera, que dejó dos bandejas con el desayuno (uno más fuerte para Zayn, otro más ligero para mí) y se fue. Cerró la puerta de un portazo, lo que hizo que Zayn se despertara de un respingo y asustado. Al menos, no había tenido que encargarme yo de hacerlo.

-Hola -dijo, desperezándose y pasándose el dorso de la mano por los ojos. Al estar tan estirado, la camiseta se le subió y vi la uve marcada de las caderas-. No tengo hambre -añadió cuando vio la bandeja con los huevos y el beicon.

-Yo tampoco -respondí riéndome.

Zayn se levantó del sillón, tambaleándose por el sueño, y se sentó a mi lado. Me dio un beso en la mejilla y me rodeó el hombro con los brazos. Dejé mi cabeza reposando en su pecho, subiendo y bajando al ritmo de su tranquila respiración. Gracias a él, conseguí estar relajada. Era lo que más deseaba estar en ese momento: relajada. Me había llevado toda la noche nerviosa, mordiéndome las uñas y con la misma frase retumbándome en la cabeza una y otra vez. Ahora éramos Zayn y yo, los dos tranquilos y sin preocupaciones. Sabíamos que en el hospital no nos iba a pasar nada, no podía aparecer nadie con una capucha negra sin llamar la atención.

Me aferré aún más a Zayn, agarrando con mis puños su camiseta y sintiendo de nuevo la frialdad de su piel. Él no tenía término medio: era muy frío o muy cálido, pero de cualquiera de las dos maneras siempre conseguía que un escalofrío recorriera tu columna vertebral. Y fue lo que sentí cuando el frío traspasó la tela de la camiseta. Él me abrazó aún más. La piel donde estaba la cicatriz se estiró, pero sólo sentí una ligera punzada a la que me acostumbré a los pocos segundos.

Y empecé a llorar.

Al principio no fue mucho, sólo unas lágrimas que se formaron en mis ojos y pude enjugar sin que Zayn se diera cuenta. Luego, una recorrió mi mejilla y cayó en la mano de Zayn. Me miró a los ojos fijamente, los cuáles estaban rojos y aguosos. Me rodeó la cara con las dos manos y sentí aún más frío que antes. De nuevo un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y el vello se puso de punta.

-No llores, Emma, por mí -susurró Zayn, y ahí fue cuando empezó a llorar.

¿No es pasa que cuando os dicen que no lloréis, lo hacéis aún más? A mí siempre me ha pasado, por eso intentaba ocultar mi tristeza todas las veces que pudiera. Prefería expulsar la rabia acumulada sola en lugar de delante de alguien. Porque llorar es eso, echar fuera toda la impotencia contenida, derrumbarte porque tienes tanta rabia dentro del cuerpo que no puedes aguantar más. Me volví a enjugar las lágrimas, pero no fue suficiente. Tenía un nudo en el pecho que a penas me dejaba respirar, los dedos me temblaban y cada vez me escocían más los ojos. Miles de sollozos se me escapaban de la garganta por mucho que intentara contenerlos, el labio inferior no paraba de moverse.

Zayn me volvió a agarrar la cara con las dos manos e hizo que le mirara fijamente. Él no estaba llorando, pero sí que reflejaba tristeza. Me odié por hacerle infeliz. Intenté contener el llanto y poco a poco fui llorando menos.

Forgotten z.m. (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora