Mi madre se veía bastante nerviosa, miraba a un lado, a otro, las palabras adecuadas no lograban o no querían salir de su boca, y pasamos otros cinco minutos en silencio. Se frotó las manos, después las recargo sobre la cintura mientras veía hacía el techo, luego nos miró a los ojos y se volvió a sentar sobre el sillón.
- Su padre se llama Roberto Adrian Estrada Hernández –dijo por fin, pero estaba tan nerviosa que las palabras salieron afónicas de su garganta. Fue necesaria otra pausa para que tomara aire y se calmara un poco- Discúlpenme chicos, realmente me está costando trabajo –sin que me lo hubiera pedio fui a la cocina por la jarra con agua fresca, le llené un vaso y se lo tomó en un solo trago-. ¡Gracias Oliver! Si la necesitaba –suspiró-. Esto para ustedes es nuevo, pero yo tenía seis años sin mencionar su nombre, y cinco años creyendo que lo había olvidado. Pero en todo sentido eso es una acción egoísta de mi parte. Hoy les diré todo, y después me bañaré durante dos horas con agua helada.
Era muy raro verla así, por un instante pensé en decirle que no era necesario que nos dijera nada para que se tranquilizara, pero me contuve un poco, en verdad quería saber más cosas sobre mi padre. Volvió a suspirar, de nuevo en silencio, aunque este no duró tanto. Enderezó su postura y se preparó para hablar. Esta vez sus ojos radiaban de tanta decisión y firmeza.
- Si, su padre se llama Roberto Adrian Estrada Hernández, mentí cuando les dije que estaba muerto –sentí una patada en el estomago que me arrebató el aire, además de que ese nombre me sonaba. Eatan debió sentir algo similar, porque comenzó a toser sin control. Mi madre leyó nuestras miradas, y de inmediato se anticipó a todo lo que pudiéramos decir en respuesta-. Se que les surgirán dudas, y que querrán preguntarme algunas cosas. Pero está vez dejen que les cuente toda la historia. Quédense callados hasta el final, y solo escuchen. ¿Va? –los dos asentimos moviendo la cabeza- Bien. Muchas gracias.
"Su papá vive en Estados Unidos, en una ciudad llamada Cansas, toda su vida a vivido allá, o bueno, casi toda. Su madre, abuela para ustedes, se llama Guadalupe Hernández, y mas que ser mexicana, nació, creció y vivió la mitad de su vida aquí en Salamanca. Eso, hasta que conoció a un turista estadounidense que curiosamente venía a visitar a sus familiares en esta ciudad. El se llama Jaime estrada, y es su abuelo. Pues bien, sea como sea, su abuela Guadalupe se enamoró de Jaime en un solo verano, y cuando él se regresó a los Estados Unidos ella no dudo en acompañarlo, supongo que por la incertidumbre que había en ese momento aquí en el país, además todos querían una oportunidad de realizar el sueño dorado americano.
"Pasó el tiempo, y su padre nació el once de diciembre de mil novecientos sesenta y nueve. Su abuelo era el encargado en una fábrica de café, tenían dinero, así que desde recién nacido le contrataron a dos nanas para que lo cuidaran de día y de noche para que siempre estuviera bien vigilado. Don Jaime era un poco paranoico de la salud, sin mencionar que Roberto era su primer hijo, por lo que no dudaban un segundo en visitar al médico ante cualquier mínimo síntoma de gripa. De esta manera continuó creciendo el pequeño Roberto, y como no conocía otra cosa salvo el dinero y la sobre protección de su propio padre, se convirtió en un niño mimado incapaz de hacer algo por el mismo. Para desayunar cereal con leche necesitaba que una de sus nanas le sirviera el plato y la leche, y de preferencia que también le diera de comer.
"Cuando entró a la primaria, first grade allá en estados unidos. Tuvo muchas complicaciones tanto en su aprendizaje como en la forma de relacionarse con sus compañeros –hizo una pequeña pausa-. Todo esto lo sé porque el mismo me lo dijo, no es que me esté inventando la biografía de su padre –dijo al ver la expresión en mi cara, una ceja arqueada y la boca en una mueca que caía en picada, no lo hablé en voz alta, pero si estaba pensando en cómo es que ella sabía tantos detalles de la infancia de mi padre, si a ella no le toco verlo ni vivirlo. Siempre adivina lo que pienso, luego se adelanta y responde mi pregunta sin haberla dicho, no sé cómo lo hace- Bueno, él se veía como un ser superior a todos los demás, y trataba a todos, incluidos los maestros, a manera de sirvientes. La tarea que le correspondía a él se la encomendaba a cualquiera de sus compañeros o a sus nanas; y a cambió solo les daba los sobrantes del desayuno que el ya no se pensaba comer, una manzana mordida, la esquina de un sándwich, o jugos con un solo sorbo dentro.
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Pitch
ActionLa fama y el dinero no son suficiente placebo cuando tú mente está llena de ira. Aveces lo mejor es dejar todo, y entregarte por completo a la venganza.