Capítulo 15

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Al día siguiente me dolía todo el cuerpo, y tenía las piernas hinchadas de tanto correr, Eatan se encontraba igual de aporreado que yo, pero curiosamente ambos estábamos de muy buen humor. Sí dábamos un paso para bajar las escaleras, una risa desquiciada se apoderaba de nosotros, y un calambre que corría desde los hombros hasta la punta del meñique de ambos pies, nos impedía mover el cuerpo con libertad. Me sentía un robot sin articulaciones, y cuando me cruzaba a mi hermano en el camino, intercambiábamos saludos en idioma máquina.

-¡Bip, bip, bip, bip!- le dije a Eatan cuando lo vi.

-Ho-la hu-ma-no.- Me respondió él.

Nos reímos al mismo tiempo, y después los dos nos quejamos al unísono al sentir el abdomen contraído por el dolor muscular. Mi madre nos veía con atención, y no pudo evitar reírse con nosotros.

Eatan y yo teníamos una buena relación, al principio solo veíamos la tele juntos, y cada quien hacía sus actividades por separado, sin embargo, desde que mi madre nos mostró el maravilloso baúl escondido que mi padre nos dejó, comenzamos a ser muy unidos, nos convertimos en mejores amigos, y platicábamos todo el tiempo, principalmente sobre béisbol y lo mucho que entrenaríamos, hablábamos sobre quien corrió más en el entrenamiento, y quien se cansó más, en que equipo jugaríamos cuando fuéramos profesionales, e incluso que auto conduciría cada uno. Esa amistad fue creciendo a la par con la de David, mientras los tres continuábamos entrenando, y compartiendo la experiencia de jugar un partido de verdad.

Caídas con raspones en las rodillas, el uniforme empapado de sudor, la tierra dentro de nuestra ropa interior al arrojarnos sobre la base, sangre por algún pelotazo mal arrojado, e incontables horas de entrenamiento. Todo eso y más, compartimos fraternalmente durante ocho meses, cada martes, jueves y viernes en el entrenamiento, y otro gran numero de ocasiones fuera de la cancha. Nos habíamos hecho la promesa de que los tres siempre jugaríamos en el mismo equipo, y que si por alguna razón uno no entraba, los otros dos tampoco entrarían en ese equipo. Pero ocurrió algo inesperado que me distanció bastante de los dos, y la amistad inquebrantable que teníamos, pasó a ser solo de ellos.

El entrenador había visto en mí un bateador natural, en Eatan, un cátcher cargado de paciencia, y en David, el lanzador más rápido de nuestra categoría. A veces rotábamos posiciones en los entrenamientos, para tener un desarrollo más completo en todas las áreas, pero sin duda la que el entrenador eligió para nosotros era en la que cada uno se sentía más cómodo.

Un día, llegamos a entrenar, pero para nuestra sorpresa, nadie estaba lanzando pelotas, ni calentando, y tanto los novatos como los avanzados, estaban sentados alrededor del entrenador, y junto a él, había dos señores de traje.

-¡Qué bueno que llegaron chicos! –Nos dijo el entrenador a mí y a Eatan- Siéntense donde puedan. Nos acercamos al centro, y nos sentamos junto a nuestro amigo.

-¿Qué está pasando? –le pregunte a David en un susurro.

-¡No lo sé! De repente llegaron esos señores –me contestó en el mismo tono de voz

-Bueno jóvenes –continuó el entrenador, esta vez fue un aviso general- Ellos son los entrenadores de la liga nacional, y vinieron a hacer pruebas para formar el equipo que participe en la copa américa junior, para competir contra los otros equipos de américa latina. Sin más, dejaré que ellos les expliquen todo.

-Buenos días jóvenes –dijo uno de ellos, el de apariencia más atlética-. Pues es justo como lo dijo su entrenador, yo soy el entrenador Paco, y él es el Sr. Adolfo, el actual manager del equipo nacional –todos escuchaban en silencio-, bueno, la copa américa junior, es un torneo que se hace cada año, en el que participan Brasil, y todos los países de latino américa. Este año la competencia será en Argentina, y el equipo seleccionado viajara hasta Buenos Aires, para representar a México. –todos gritaron y comenzaron a sonreír cuando dijo la palabra "Viajar", incluso yo no pude evitar aplaudir de emoción-. Pero como equipo nacional, habrá jugadores tal vez de aquí de Guanajuato, o de Chiapas, o de Nuevo León, y quien sabe de dónde más, pues México es muy grande.

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