Capitulo 6

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Presente

La pantalla del monitor era la única luz dentro del departamento, e incandescente como magma hirviendo, lanzaba estocadas lumínicas sobre los ojos cansados de Oliver. Cuatro horas inmóvil, viendo fijamente el cursor parpadeante de su computadora; y veintiséis horas sin dormir, habían hecho estragos bajo sus parpados, ni que decir de su razonamiento. Pues no estaba dormido por completo, pero estaba muy lejos de estar despierto. Se sentía exhausto, y sabía que se encontraba en el límite de su energía vital. Quería descansar, dormir durante cuatro días seguidos o el tiempo que fuera suficiente para recuperar la frescura de su mente, pero sobre todo, recuperarse de la pérdida de sangre.

Sin embargo, la policía lo estaba buscando por las calles, igual que todos los comandos especiales que dirigía de David, quienes no se iban a detener ante nada, luego de haber encontrado el cadáver de su comandante tirado sobre la banqueta, y con un tiro en la cabeza. No era el momento para bajar la guardia, todo habrá sido en vano si por quedarse dormido lo atrapaban.

Cabeceo, se quedó dormido.

Cinco minutos más tarde vibró la aguda alarma de su reloj. Apenas logró abrir los ojos, pero antes que otra cosa volvió a programarla, está vez dentro de diez minutos. Por la calle aun se escuchaba el ruido de las sirenas, estaban cerca, y Oliver estaba consciente de que si no hacía nada, lo encontrarían en poco tiempo. Volteo a ver la herida de su pierna, la sangre se había coagulado alrededor del disparo, la pantorrilla estaba muy inflamada y una mancha negra comenzaba a carcomerse la carne viva. Podía aguantar esa noche sin revisión médica, pero no el día entero.

-¡Estupido David! –balbuceo, sin fuerzas para gritar- Si tan solo no hubieras puesto resistencia. See you in hell traidor.

Cerró los ojos un momento:

Esta otra vez dentro de la oficina del que antes, mucho antes, había sido su mejor amigo. No hay nadie en todo el edificio salvo ellos dos. No se pone a pensar en lo raro que es eso, y avanza sigiloso entre las sombras preparado para dar una estocada silenciosa.

-¿Eres tú Oliver? – Dice David con tranquilidad, sin moverse de su silla. Oliver lo escucha, se queda inmóvil y en silencio- Oye, te conozco bien, vamos amigo, sal de las sombras y deja que te vea. Se supone que me ibas a matar en secreto ¿O no era así? ¡Hey! ¿En serio fuiste capaz de matar a los horrores tu solo?

Oliver aparece bajo la puerta y la luz de led de la oficina lo ilumina por completo.

-¡Hijo de puta! ¡Te atravesaré la garganta con los dedos!

-Supongo que quisiste decirme Hola –contesta David, tranquilo e inmutable atrás de su escritorio- Aunque no lo creas, a mí también me da gusto verte otra vez. O traducido en tu idioma, me encantaría volarte la cabeza ahora mismo y ver como tu cerebro de liendre se estrella en mi pared. De hecho tú no puedes verlo, pero mi pistola esta lista para disparar y apunta directo a tú frente –Oliver no se mueve, se limita a ver a David con odio.

-Pues dispárame estúpido. Estar vivo o estar muerto ya no me importa.

-Lo haría, realmente lo haría y lo disfrutaría mucho. Desgraciadamente hay un Pero. Y es uno muy grande –se paró de su silla sin dejar de apuntarlo con el arma, y caminó hasta la amplia ventana del fondo y luego la abrió. Oliver lo veía expectante- Sabes, se muy bien porque haces esto, en el fondo es una causa noble, y hay algo de justicia en todo eso. Es muy tarde para decirlo, pero lamento enormemente lo que hice, y todo lo que ella sufrió.

"Créeme que desde aquella noche, no ha habido un solo día de mi vida en la que me haya sentido bien, por el contrario, todos mis días son miserables y no he podido ser feliz un solo puto momento en mi vida. Me case, y tuve dos hijas, pensé que llegaría un punto en el que podría superar todo lo que pasó, si me esmeraba en ello. Pero cuando veía a mis hijas a los ojos no me sentía feliz, y me daba asco saber que yo era su padre, no tenía el valor como persona para poder verlas a los ojos. Después decidí ser policía, porque creía que si ayudaba a otras personas, y procesaba con justicia a la gente malvada en el mundo, pronto expiaría mi propio crimen. Sin embargo me sentía un miserable mentiroso, porque a muchos criminales los encarcele y pedí que se les diera condena máxima, por crímenes que no fueron ni la mitad de perversos que el mío.

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