Eran las tres de la tarde, y un destello sobre la lámina del chasis despertó a Oliver de su sueño de doce horas. Apretó los parpados por reflejo, mientras estiraba su brazo derecho para cubrirse del sol. Su cuerpo no pudo con el mínimo esfuerzo que ese movimiento necesitaba, por lo que se le engarrotaron los hombros con un calambre. El dolor lo hizo mover el resto del cuerpo para oponer resistencia, pero al hacerlo descubrió que cada musculo le dolía de la misma manera.
-Demonios, ¿Qué ha pasado?- Pensó en voz alta.
-¡Vaya, colega! Entonces si estabas vivo -dijo alguien dentro del automóvil-, me alegra, porque realmente no quería cargar a un muerto.
-¿Quién eres? ¿De qué estás hablando?- Cuando la luz dejo de molestarlo, Oliver pudo ver que frente a él estaba un vagabundo gordo con el pelo tan seboso que estaba unido en una sola rasta, acostado sobre periódico en lo que hubiera sido el otro asiento. Fue cuando capto el olor a orina seca en el entorno, y la pestilencia que salía de él mismo y del otro sujeto.
-No sé –contestó el hombre- tengo tanto tiempo en la calle, que olvidé como me llamo, otros colegas me dicen Peste. – el hombre sonrió después de la presentación, y dejo que su nuevo compañero viera su diente negro y su paladar apelmazado- ¿Y tú quien eres?
-Yo soy Oli... Rayos me duele demasiado la cabeza.
-¿Oli? Oh vaya, aun recuerdas tú nombre, eso es muy bueno. Mira, este de aquí es perro –señaló a un pequeño perro mestizo lleno de manchas negras por toda la piel, y algunas rastas grises colgando de las orejas- Nunca se separa de mi lado–. El animal levantó una oreja al escuchar su nombre, y continuo echado, sin darle importancia.
-Ah encantado –contestó Oliver con la misma indiferencia-. Oye, disculpa si invadí tú territorio, solo era algo provisional, me tengo que ir.
Oliver obedeció el impulso natural de su cuerpo y trató de levantarse, ignorando el desgaste que habían sufrido todos sus órganos tras la pérdida de sangre. Logro ponerse de pie un instante, sin embargo sus piernas no pudieron soportarlo y se desplomó en peso muerto sobre la lámina del automóvil. La cabeza le rebotó por el golpe tan fuerte, y la pierna herida chocó con la rodilla de la otra pierna. Solo pudo dar un berrido de dolor antes de perder el conocimiento
Peste se levantó asustado de su lado del auto, y sin dudarlo jaló todo el periódico que tenía para acomodarlo bajo la cabeza de Oliver, y evitar que se ahogara con su saliva.
-¡Hey muchacho¡ ¿Estás bien? –preguntó mientras le daba cachetadas a Oliver para que despertara- Oye perro, ahora vamos a depender de ti. Ve a la calle y trae agua. Pero en chinga, que si no se nos muere este.
El animal dio un ladrido y salto con agilidad atreves de la ventana. Minutos más tarde, regreso de su búsqueda cargando un bote blanco en el hocico. Se sentó afuera del auto viejo, y volvió a ladrar para alertar a Peste de su regreso. El hombre se asomo y tomó el bote que el perro cargaba.
- ¡No perro! Te dije agua, y me trajiste leche verde. Esto huele peor que tú –perro agachó la cabeza al suelo, y apenado se cubrió los ojos con las orejas- Ya, súbete, tendremos que utilizar esto –el perro saltó para acomodarse nuevamente dentro del auto-. Joder, no recordaba lo que era un mal olor, espero que esto no lo terminé de matar. A ver Oli, no sé si me escuchas, pero perro y yo te vamos a despertar.
Peste vertió algo de la leche agria sobre sus manos para humedecer la frente de Oliver, luego el cuello, y enseguida la parte trasera de las orejas. Por último, le apretó la boca con una mano y acerco el líquido pestilente hasta quedar pegado a su nariz. No fue de inmediato, pero después de algunos minutos, Oliver comenzó a toser, y continúo tosiendo hasta que vomitó sobre el mismo.
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Pitch
ActionLa fama y el dinero no son suficiente placebo cuando tú mente está llena de ira. Aveces lo mejor es dejar todo, y entregarte por completo a la venganza.