VERDAD

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Lo inesperado nunca cabe esperado, y lo esperado es de todo menos real y como todos sabemos a ciencia cierta ni las casualidades ni el destino existen.

Lo que realmente existe son las ganas de estar con una persona luchando día sí y día también para permanecer a su lado pese a todo.

Aitana se ha quedado presa de todas las palabras sordas que nunca llegaron a los oídos mudos de Luis testigo de todas las luchas interiores llevadas a cabo por miles de soldados y contrincantes.

La chica del flequillo tuvo que salir pitando de la fiesta de cumpleaños de su amiga Ana por la llamada de Sara por el mal estado de la pequeña, y ahora mismo se halla en su cama acariciándola el pelo mientras Aitana se abraza a su diminuto cuerpo. No le ha dado tiempo ni a desmaquillarse.

No se puede creer que haya hablado con Luis, ha sido una conversación rara la verdad, no para de pensar en por qué la ha mentido hablando de su sueño. Joder, no le brillaban tanto los ojos al hablar de ello como aquella vez, una de sus últimas veces, en aquel hotel de París tras una larga noche de guerra entre las sábanas, Cepeda le contaba todo lo que soñaba y que no se iba a rendir porque era lo que realmente lo que le hacía feliz.

Empieza a tronar mientras diluvia y la niña se abraza más a su madre.

Suena el timbre mientras vuelve a tronar.

-Jo mami, no te levantes-dice la pequeña aferrándose al cuerpo de Aitana.

Pero vuelven a llamar, una y otra vez.

-Ahora vuelvo cariño, no te muevas-advierte la mayor a la pequeña mientras sale de su cama.

Baja las escaleras y siguen llamando, mira por la mirilla y casi se cae de la impresión al ver a Cepeda empapado golpeando sobre su puerta.

Decide abrir y solo son capaces de quedarse mirando a los ojos, esos ojos que ya no brillaban como antes, que solo reflejan dolor y tristeza y que daría todo y más porque volviesen sonreír.

-Se me había olvidado devolverte el pintalabios, perdón-dice al fin el gallego mientras que mantiene la mirada con la catalana.

-Ni me había acordado, muchas gracias-dice Aitana mientras ve darse la espalda al chico-Luis, ósea Cepeda, si quieres puedes pasar un rato y te secas-propone.

Joder "Luis", cada vez duele más.

-Vale, gracias-acepta el gallego dirigiéndose hacia el interior de la vivienda.

La chica del flequillo le lanza una toalla inmediatamente.

-Bonita casa-dice un Cepeda tímido al que mucho se parece al de 29 años.

-No es más grande que tus antiguos 25 metros-recuerda nostálgica a sus primeros meses juntos.

Al recordar instintivamente, ambos sonríen tímidamente con miedo a pensar demasiado o a olvidar tanto, quien sabe.

-Aitana, ¿Por qué ya no sigues tocando el piano?-pregunta mirando a la chica.

-Ya te lo he dicho antes, no tengo tiempo-dice mirando hacia el suelo.

-Y ahora ¿me podrías contar la verdad?-pregunta de nuevo cogiéndola de la mano y acercándose un poco para establecer un contacto visual.

-¿Por qué no estás feliz cumpliendo tu sueño?-pregunta la catalana para intentar esquivar el tema.

-Sí que lo soy-afirma dando un paso más allá para acariciar el moflete de la catalana.

-Puedes engañar a quien quieras, pero a mi sabes que no-dice arqueando la ceja derecha.

Ciencia Cierta o InciertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora