No te pido que vuelvas

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Las despedidas son duras para todos, y más si no son deseadas y aún más si se trata de una persona que llegó a tu vida cuando menos te la esperabas y sin querer te la puso del revés sin ningún tipo de explicación o a alguna razón.

Y cuando el destino, porque caprichoso es, decide separarnos te das cuenta lo que verdaderamente no supiste valorar, porque esa batalla que existía entre los dos nunca se iba a a volver luchar estando separados.

Pero es tan difícil pedir o exigir un vuelve aun sobrando razones o intentar olvidar algo que será rememorado por los siglos, porque miles de personas van a pasar por tu vida, constantemente, pero solo una historia se quedará escrita a fuego en lo más profundo de ti.

Palabras, citas, abrazos, guerra entre las sábanas, vaivenes, trenes, dedicación, compromiso, risas en medio de besos, en fin buenos momentos.

Es lo que se le podría estar pasando a Cepeda ahora mismo por la cabeza, pero no es así. Porque no puede parar de seguir la herida y es inevitable no pensar en como fue dejado tirado en una noche de lluvia, dado la espalda y callando en silencio la palabras sin voz que sentía en esos momentos.

Tuvo que soportar las prohibidas noches pensando en ella la que era capaz de controlar el tiempo dejándole inconsciente con la mirada más inocente.

Todo lo que calló lo plasmó en más 1000 canciones y es que cada lunar de las curvas de su cuerpo escondía una historia, y mientras su memoria los retuviese no iba a perder la oportunidad de quitarse un peso de encima, y vaya peso.

Y al verla tras cinco largos y duros años se le cae todo, joder la odiaba y debería de sentir indiferencia porque supone que ya la ha olvidado, pero es que no puede evitar que su cuerpo tiemble.

No sabe cómo reaccionar.

-Hola-consigue decir una Aitana diminuta que ha conseguido no romper la mirada con el hombre que tiene en frente.

Su voz inocente, su mayor debilidad. Joder Luis.

Está incluso más guapa, sigue armada de su inconfundible flequillo recto y su lunar de la nariz intacto.

La mirada la tiene perdida, no brilla tanto como la recordaba.

-¡Cepeda!-grita Amaia corriendo a los brazos del chico el cual por fin consigue apartar la mirada de la chica del flequillo para abrazar a la espontánea que se le está acercando.

La navarra se agarra fuerte a la espalda de su amigo, cuanto le echaba de menos.

Y ante este gesto la catalana siente por primera vez verdaderos celos de su amiga, ella también le quiere abrazar.

-Aitana ¿Qué hacéis por aquí?-pregunta Roi dándole un beso en el moflete.

-Hemos salido para despejarnos-contesta nerviosa.

-Y nos hemos encontrado con un par de gallegos buenorros-dice Amaia.

Aitana no lo está pasando especialmente bien, su amiga cuando bebe se le suelta la boca.

Ni mucho menos lo están pasando bien Luis y Roi el cual sabe que lo más lógico sería salir de ahí cuanto antes e irse a otro bar a animar a su amigo.

También Luis sabe que no es una buena idea quedarse allí, pero quiere ponerse al día con Amaia después de tanto tiempo.

Intenta mostrar indiferencia hacia la chica del flequillo, pese a que nota una mirada pegada al cogote constantemente.

Ya la ha olvidado, ya no tiene sentimientos hacia ella, saludan a los demás.

Mientras tanto Amaia aprovecha para acercarse a su amiga.

Ciencia Cierta o InciertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora