Capítulo 16

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Tan pronto como cerré la puerta detrás de mí, sentí las ganas de volver y decirle que estaba mintiendo. Que aún la amaba, a pesar de todo. Pero había sido honesta al decir que no podría pedirle que abandone su vida para venir a vivir conmigo. Tal vez que iría con ella a donde quisiera, pero una vez ya me arriesgué a dejar mi ciudad y traté de construir una vida con mi ex-esposa en otra ciudad, pero no funcionó. Podría engañarme pensando que esta vez sería diferente, pero no estaba segura.

Sin saber qué hacer, solo me quedé afuera de la cocina, sentada en el suelo, apoyada contra la puerta cerrada, escuchando los sollozos de Camila.

No sé cuánto tiempo estuve allí, pero cuando finalmente me levanté, sentí mis músculos protestar por haber permanecido en la misma posición por demasiado tiempo, no se podía escuchar ningún sonido en la habitación de al lado. Miré rápidamente mi reloj, viendo que ya eran más de las cinco de la mañana, pronto estaría saliendo para ir a trabajar, aunque mi dispocisión para hacerlo era cero.

Preocupada por el silencio dentro de la cocina, abrí la puerta lentamente, espiando en su interior antes de entrar por completo. Camila estaba sentada en la misma silla en que la había dejado hace más de una hora, su rostro ahora descansaba en sus brazos cruzados encima de la mesa. Al acercarme más, noté que dormía profundamente, aunque la mancha húmeda en la manga de su cárdigan dejaba en claro que había estado llorando hasta quedarse dormida en esa posición.

Sin pensar en lo que hacía, me agaché un poco a su lado, pasé una mano por debajo de sus rodillas y la otra alrededor de su cintura, levantándola fácilmente en mis brazos. En su sueño ligero, Camila despertó, asustada al principio, pero se relajó al verme, se acurrucó en mis brazos como si ese fuera el lugar más cómodo en el que podía estar. Y sin decir una palabra, la llevé hasta la habitación que Normani solía usar, allí en el piso de abajo, sabiendo que Camila no había subido las escaleras en ningún momento para acomodarse en una de las habitaciones de invitados.

La habitación no era tan grande como las otras de la casa, pero Normani había hecho un gran trabajo dejándola bonita y cómoda después de que le diera carta blanca para adornarla a su gusto.

Lentamente dejé su frágil cuerpo en la cama desordenada, tirando de la gruesa colcha para cubrir sus piernas que habían quedado completamente fuera, casi dejando a la vista sus bragas. Pero antes de que pudiera alejarme, una fría mano me detuvo.

Me volví para preguntarle qué quería, pero me vi incapaz de decir cualquier cosa cuando sentí su pulgar dibujando círculos en mi mano, sus ojos fijos en mi cara, mirándome con tanta intensidad que olvidé de mis pensamientos. Por muy poco no me senté en esa cama solo para acercarme a ella, queriendo mover ese único mechón que caía sobre su cara, perdiéndome en la curva de su delicado cuello.

Con mucho esfuerzo solté nuestras manos, retrocediendo un paso antes de sucumbir a la tentación.

-¿Necesitas algo? - finalmente le pregunté en el tono más neutral que mi voz podía manejar, rezando para que no respondiera "tú", porque si eso escapaba de su boca, sabía que estaría perdida.

-Solo... quería verte por última vez.

Y aún así, de alguna forma esas palabras dichas en una débil susurro pudo ser peor de lo que podía esperar.

El saber que esa sería la última vez que vería a esa dulce niña casi me hizo desmoronar en desesperación, como si una parte de mí hubiera sido arrancada. Antes, cuando nos separamos después de esa fatídica tarde de un sábado cuando apareció Josh, estaba tan enojada que solo quería alejarme de ella. Y cuando el enojo disminuyó y el anhelo había comenzado a estar presente, aún sentía el dolor que seguía queriéndola lejos. Solo ahora me daba cuenta de lo mucho que mi orgullo había camuflado lo mucho que la extrañaba. Pero sabía que debía alejarme. Dejar que vuelva a pasar algo entre nosotras sería la mayor mierda que podría hacer, aunque quisiera más que nada al menos abrazarla. Y fue por eso que le di la espalda en ese momento, sin siquiera decir una palabra, cerrando la puerta detrás de mí. Necesitaba de esa distancia para poder pensar con claridad. Necesitaba dejarla ir.

Dulce Pecado (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora