《Capitulo 13》El Peso del Destino

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Jimin se encontraba en la pequeña cueva que había preparado para sí mismo, bañándose con lentitud mientras sus dedos acariciaban suavemente su vientre. Aunque el reflejo en el agua le recordaba lo que había ocurrido, no podía evitar sentirse dividido. Un pequeño ser crecía dentro de él, y, a pesar de lo que significaba, sentía un amor profundo por esa vida que aún no conocía.

—Lo siento tanto... —murmuró, con la voz quebrada, mientras acariciaba su abdomen con delicadeza—. Juntos saldremos de esto, y juro que te protegeré con mi vida, pequeño cachorro.

Terminó de bañarse y, con movimientos automáticos, se envolvió en una toalla y se acercó a la cama donde tenía su ropa. Mientras se vestía, la mente de Jimin no dejaba de dar vueltas a las consecuencias de su embarazo, pero también al dolor que sentía en su pecho al pensar en Jungkook.

Un golpeteo suave en la puerta lo sacó de sus pensamientos.

—¿Quién? —preguntó, sin poder ocultar la agotada y preocupada voz.

—Soy yo, Tae. Y vengo con Jin. —respondió la voz de su amigo desde el otro lado de la puerta.

—Ok, pasen. —dijo Jimin, abriendo la puerta.

Tae y Jin entraron con una sonrisa, pero Jimin pudo ver la preocupación en sus ojos. Se sentó sobre la cama, tocándose el vientre sin pensarlo, como una forma inconsciente de proteger al bebé que crecía dentro de él.

—Hola, Jimin... Escuché que esperas un cachorro. —dijo Jin, con una expresión completamente seria.

Jimin asintió lentamente.

—Mmm... Es verdad. —respondió con una sonrisa, acariciando su barriga. Aunque sus palabras parecían calmadas, su voz temblaba al pronunciar aquellas palabras.

Los tres se quedaron en silencio por un momento, con Tae y Jin observándolo, sin saber qué decir.

—... —Jin abrió los ojos y luego sonrió de manera casi radiante—. ¡ESO ES FABULOSO! ¡¿PUEDO SER EL PADRINO?!

Jimin y Tae se miraron, sorprendidos por la reacción de Jin. Pero, después de un breve intercambio de miradas, ambos sonrieron levemente.

—Jin, ¿no crees que es un poco anticipado lo que dices? —comentó Tae, con un tono que intentaba suavizar la situación.

Jimin, aún sonriendo con suavidad, respondió:

—La verdad, a mí no me molesta... —dijo, dejando que el momento de calma llenara la habitación, aunque por dentro sentía una mezcla de emoción y ansiedad.

—¿Puedo tocarlo? —preguntó Jin con brillo en los ojos, acercándose a Jimin.

Jimin asintió lentamente, con una ligera risa nerviosa.

—Adelante. —dijo, invitando a Jin a tocar su vientre.

Pero antes de que Jin pudiera siquiera acercar la mano, una figura irrumpió en la habitación de forma violenta, empujando a Jin hacia atrás y apartándolo con fuerza.

—¡NO LO PUEDES TOCAR, ES MÍO! —dijo una voz profunda y áspera, que Jimin reconoció de inmediato.

Jimin levantó la vista con sorpresa y enojo.

—¿Qué te pasa? ¡No trates así a Jin! Además, no es tu bebé, así que el que debe alejarse eres tú, Yoongi. —respondió, tapándose instintivamente el vientre con las manos.

Yoongi, con los ojos llenos de furia, dio un paso adelante, como si quisiera reclamar lo que sentía que le pertenecía.

—¡Es mi hijo y mi omega! ¡Necesitan mi ayuda y eso nadie me lo impedirá! —dijo, casi gritándole.

Jimin, sin pensarlo dos veces, se puso de pie con decisión, enfrentando a Yoongi con firmeza.

—¡NO! —gritó, apartando su mano de un golpe—. Yo no necesito a nadie más. Y él tampoco. ¡Solo tiene un padre, y ese soy yo! —su voz fue como un rugido, lleno de ira contenida y de una determinación inquebrantable.

Tae, que se había mantenido en silencio hasta ahora, dio un paso hacia adelante, protegiendo a Jimin con una mirada feroz.

—Ya lo escuchaste, Yoongi. No te queremos aquí. ¡Lárgate! —dijo Tae, con una voz que dejaba claro que no había lugar para discusión.

Yoongi permaneció un momento en silencio, sus ojos llenos de ira y algo más profundo, pero al final, simplemente dio media vuelta y se marchó, sin pronunciar palabra alguna.

Jimin dejó escapar una respiración entrecortada, su corazón aún latiendo con fuerza por la confrontación. Miró a Tae, quien parecía tan preocupado como siempre.

—Gracias, Tae... —dijo Jimin, apretando sus manos alrededor de su vientre, intentando calmarse—. Yo... solo quiero que todo esto termine.

—Lo sé... Lo sé. Y lo vamos a lograr. —respondió Tae con voz suave, acercándose para abrazarlo. Jimin se permitió apoyarse en su amigo, al menos por un momento.

Jimin decidió salir a caminar más tarde. Necesitaba estar solo, alejarse de las tensiones que había acumulado durante todo el día. Se dirigió a un pequeño lago que estaba a unas cuantas caminatas de distancia. Era tranquilo, pero al mismo tiempo, le ofrecía la calma que tanto necesitaba. Quería reflexionar sobre su vida, sobre lo que había sucedido y, sobre todo, sobre el futuro que ahora parecía más incierto que nunca.

Se sentó junto al agua, sus dedos acariciando una piedra que encontró en la orilla. Miró su vientre con melancolía.

—¿Qué pensaría Jungkook de mí...? —murmuró para sí mismo, sus palabras cargadas de dolor. A pesar de todo lo que había sucedido, su corazón aún lo buscaba, lo extrañaba.

El amor que sentía por Jungkook no había desaparecido. A pesar de los años y de las cicatrices que había dejado la guerra, algo seguía vivo dentro de él. Algo que no podía borrar. Recordaba la primera vez que vio a Jungkook herido en la frontera del Sur, y cómo, de alguna manera, su alma lo había llamado. Era un sentimiento que no podía explicar, pero que siempre estuvo ahí.

Pero ahora... ¿cómo se sentía Jungkook? ¿Lo despreciaría? ¿Lo miraría con asco, como si fuera un monstruo? ¿Lo odiaría por el bebé que llevaba en su vientre?

—¡No! ¿Qué estoy pensando...? —dijo, golpeándose levemente la frente con la palma de la mano, tratando de expulsar esos pensamientos de su cabeza—. Lo siento, pequeño... Tú no tienes la culpa de nada. Soy yo el culpable de todo esto. Solo yo... por ser tan descuidado.

Jimin miró su vientre con una tristeza profunda, pero también con la certeza de que haría todo lo posible por proteger a su hijo. A pesar de todo, no se arrepentía de su decisión.

—Jungkook... ¿por qué me hiciste esto...? —preguntó, con la voz quebrada, antes de dejar escapar un sollozo.

De repente, una voz lo interrumpió.

—Él no lo sabía.

Jimin dio un salto, alarmado, girando en su dirección.

—¿Quién está ahí? —preguntó, su voz temblorosa.

—¡QUIÉN ESTÁ AHÍ! ¡RESPONDA! —gritó, pero no recibió respuesta. Su corazón latía con fuerza.

—Jimin... —dijo una figura que emergió de las sombras, conocida, inesperada.

Jimin parpadeó, incrédulo.

—Tú... Es... imposible.

—Volví. —dijo la figura, avanzando hacia él.






Sorry por demorarme :c es que he estado muy ocupada...bueno 15 estrellas para el próximo capítulo ♡

《Herederos》KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora