El Legado de los Elementos

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—... ¿Tú eres...? —murmuró Namjoon, mirando a Hoseok con una mezcla de incredulidad y asombro.

—Soy el hermano de Jungkook —respondió Hoseok con firmeza, pero una tristeza inconfundible en sus ojos. Cada palabra que decía parecía envolver el aire con un peso invisible.

—¿El hermano de Jungkook? —repitió Jin, confundido y desconcertado. —¿Por qué estás aquí? ¿Qué está pasando? ¡Necesito respuestas!

Hoseok cerró los ojos por un momento, y al abrirlos, la intensidad de su mirada dejó claro que lo que iba a decir cambiaría todo lo que sabían hasta ahora.

—Todo esto que está ocurriendo, todo este caos... empezó mucho antes de lo que creen. Para comprender lo que realmente pasó, debemos retroceder al pasado, a un tiempo en el que no éramos las personas que somos ahora.

El Origen de los Cuatro Elementos

En tiempos remotos, cuando el universo aún se encontraba en su forma primigenia, Luna y Sol, las deidades celestiales, decidieron crear una serie de elementos que darían forma al mundo. Los cuatro elementos principales fueron elegidos para ser los pilares de un nuevo mundo: agua, fuego, tierra y aire. Estos seres tendrían la misión de dar vida y equilibrio a la Tierra, un mundo que había sido llamado Earth debido a su relación directa con estos elementos.

A diferencia de las deidades inmortales, los cuatro guardianes no eran eternos. La reencarnación era su única forma de supervivencia. Si uno de ellos caía en la oscuridad o se rebelaba, su esencia se regeneraría en un nuevo cuerpo, con un ciclo de vida determinado, hasta que cumpliera con su misión. Estos Earth podían renacer como humanos, animales o incluso objetos, pero su propósito nunca cambiaría: proteger el mundo y sus elegidos.

La Promesa de Protección

Hoseok, siendo solo un niño de seis años, observaba cómo su padre acariciaba su melena con ternura, una sensación de paz en el aire, como si todo fuera eterno y seguro. Pero su padre tenía algo importante que decirle

—Hola, mi cachorro —dijo el padre de Hoseok, con una sonrisa llena de amor y una mirada algo triste—. Hoy tendrás un nuevo hermanito. Tienes que prometerme que lo protegerás, sin importar lo que pase. No lo dejes solo.

—Sí, papi —respondió Hoseok, sin comprender del todo el peso de las palabras de su padre. Tenía apenas seis años, y el mundo le parecía un lugar seguro—. Pero... ¿quién es él? —preguntó, curiosamente, al ver que algo estaba por cambiar en su vida.

El padre de Hoseok suspiró profundamente, como si las palabras le pesaran en el alma.

—Él es muy especial, Hoseok. Es único. Lo que debes entender es que, aunque te parezca extraño, su destino está entrelazado con el nuestro. Nunca le tengas miedo, y siempre lo amarás. Lo prometes, ¿verdad?

—Sí, papi. Lo prometo. ¡Nunca lo dejaré solo! Lo prometo por mi juguete favorito —dijo Hoseok con la inocencia de un niño, sin saber aún lo que le esperaba.

Con una sonrisa, el padre de Hoseok tomó en brazos a un pequeño cachorro negro, y lo puso suavemente en sus manos.

—Este es Jungkook, un lobo negro puro.

El Lobo Negro

Los lobos negros puros siempre fueron considerados un mal augurio. Nadie se acercaba a ellos, pues creían que traían la muerte consigo. Pero el padre de Hoseok sabía lo que estaba en juego. El destino de Jungkook, de su familia, de toda la humanidad, estaba marcado desde antes de su nacimiento.

《Herederos》KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora