Desperté entre las 3 y las 4 de la mañana, la oscuridad seguía envolviendo el mundo, pero el cielo... el cielo estaba tan despejado, tan perfecto, que parecía un lienzo de estrellas brillando con fuerza. Cada centella parecía observarme en silencio, como si el universo entero estuviera esperando algo
Sentí un vacío en el pecho, una sensación de que algo me llamaba. Un impulso profundo me empujó a moverme.
Debería irme, pensé.
Sin pensarlo dos veces, me transformé en lobo, la suavidad de mis patas tocando el suelo de forma silenciosa. Intenté salir sigilosamente, lo más rápido posible, pero lo vi.
Un hermoso lobo negro, sus ojos brillaban con una intensidad que no había visto jamás. Parecía observarme, esperando. Sabía que no iba a ser tan fácil huir de él.
Traté de escapar, pero al pisar una rama seca, el sonido se rompió en el aire nocturno. Él giró hacia mí de inmediato, sus ojos pasaron de ser dorados a un rojo profundo, casi maligno. Esto no me da buena espina, pensé, mientras mi cuerpo reaccionaba por instinto.
—Park Jimin —su voz resonó, y con ella vino el peso de la amenaza.
Sin pensarlo, salí disparado, mis patas golpeaban el suelo con fuerza, y aunque el dolor de mis heridas me frenaba, no podía quedarme allí. No podía quedarme a enfrentarlo. No con él... no ahora. No cuando lo amaba, aunque todo se hubiera vuelto un caos.
La realidad me golpeó: ya no era solo un juego de sentimientos, no era solo amor o deseo. Esto era algo mucho más grande. Algo mucho más oscuro.
Esto no es solo por mí, me dije, esto es por mi manada, la que ya no está.
Al darme vuelta, escuché el rugido retumbante, cargado de furia. Esto solo es el principio, Jeon. Las palabras salieron de mis labios como un susurro lleno de odio y desesperación.
La mañana siguiente llegó antes de lo que imaginaba. El sol ya estaba comenzando a asomar, tiñendo el cielo con tonos rojos y naranjas, pero la noche aún no me había soltado. Salí al exterior en mi forma de lobo, buscando algo, algún propósito. El aire estaba limpio, fresco, y tan silencioso que cada crujido de las hojas bajo mis patas parecía ensordecedor.
Pero algo rompió la quietud. Un sonido sutil, como una rama quebrándose en la distancia. Algo, o alguien, estaba cerca.
De repente lo vi. Un lobo blanco, resplandeciendo bajo la luz de la luna. El pelaje de su cuerpo brillaba como la nieve bajo el primer rayo de sol, tan puro y tan lleno de poder. Era él. Jimin.
Mi cuerpo reaccionó sin pensarlo, pero cuando me acerqué más, algo cambió en su mirada. Vi en sus ojos una furia silenciosa, una tensión que no había esperado.
Me acerqué un poco más, pero antes de que pudiera llegar a él, gruñó. El sonido me atravesó como una puñalada directa al corazón. Algo en su actitud me hizo detenerme. Algo me dijo que no podía avanzar, no podía acercarme más.
Un extraño dolor apareció en mi pecho, y fue en ese momento cuando recordé: ¿Qué estaba haciendo? Yo había sido quien lo había traicionado. Él había sido mi hermano, y mi propia mano lo había empujado a este abismo.
No podía hacerle más daño. Pero lo que me preocupaba era algo mucho mayor: Mi manada.
De repente, una memoria se desdobló en mi mente. Un día en el bosque, cuando aún éramos jóvenes. Apenas tenía 16 años, pero recordaba todo con claridad.
Aquel día.
Escuché algo en la distancia, un grito entrecortado, como si alguien pidiera ayuda. ¿Era Hoseok? Me acerqué rápidamente, y lo que vi me dejó sin aliento. Hoseok estaba tendido en el suelo, cubierto de sangre, con una herida profunda en su espalda. Entre los susurros de dolor, entreabrió sus ojos y me miró fijamente.
—Jung...kook... —murmuró, retorciéndose de dolor, mientras su cuerpo temblaba. —Sal de aquí... Pide ayuda... Es peligroso...
—¿Quién te hizo esto? —pregunté con voz temblorosa, la rabia comenzando a subir como una ola.
Hoseok apenas pudo señalar algo antes de que un sonido de hojas crujieran, como si alguien estuviera acercándose.
—F-fue... Jimin... ¡Corre! —logró decir antes de quedar inconsciente.
Salí corriendo a buscar a la manada, con el corazón palpitando con fuerza. No podía dejarlo así... Era mi hermano. Pero cuando regresamos... solo encontramos una vasta mancha de sangre. No había rastro de Hoseok.
Era demasiado tarde.
Jimin, pensé, sintiendo la ira crecer en mi interior. Mis ojos se llenaron de rojo, y la rabia que sentí hacia él comenzó a consumirlo todo. Quería que sufriera. Quería que pagara.
—Park Jimin... mi voz rugió en la oscuridad, y con ello, se rompió el silencio de la noche.
Y aunque no lo vi, su presencia me pesaba. Él había escapado, y yo sabía que esto no acabaría aquí.
—Esto no terminará así —gruñí, sin poder evitarlo. —Algún día nos encontraremos nuevamente, lobo de la vida.
Lejos de nuestra pelea, la Luna y el Sol se encontraban en conversación con el destino.
—No dejaré que él gane —dijo la Luna, mirando a sus hijos desde lo alto del cielo, observando cómo sus destinos se entrelazaban en un camino marcado por la oscuridad y la tragedia.
—Esto es solo el comienzo, mis niños —respondió el destino, mientras observaba desde su reino invisible—. Será peor con el paso del tiempo. Nuevos obstáculos aparecerán, y para derrotar todo lo que se avecina, tendrán que enfrentarse a sus peores miedos.
El silencio se hizo eterno en el aire. La guerra apenas comenzaba.
Ya no se que decir xd me quedo sin imaginación xd pero bueno algo es algo xd 55 para él proximo xd asi me dara mas tiempo uwu wuuuuuu~
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《Herederos》Kookmin
RandomJeon Jungkook un lobo Alfa negro, hijo de la Luna y Park Jimin un lobo Omega blanco, hijo del Sol ambos representan la vida y la muerte. Jimin tiene prohibido ir al lado norte pero que pasara cuando este encuentre a un lobo herido al otro lado de la...