Jungkook ya no era el mismo. Aquél que antes era el alfa indiscutido de la manada, respetado y admirado por su fuerza, había desaparecido, dejando lugar a alguien mucho más oscuro. La rabia y la venganza lo habían corrompido hasta el punto de convertirse en una figura temida y desconcertante, incluso por los suyos.
La búsqueda de la manada del sur ya llevaba semanas, incluso meses. Los lobos estaban exhaustos, tanto física como emocionalmente. La esperanza de encontrarlos se desvanecía día tras día. Sin embargo, para Jungkook, no había descanso. Nada de lo que sucediera, ni siquiera el agotamiento de su manada, le importaba. Solo pensaba en una cosa: venganza.
En una de las muchas reuniones en las que se discutía el futuro de la búsqueda, Namjoon se acercó a Jungkook, temeroso pero determinado a hacerle ver que era hora de detenerse.
—Kook, los lobos ya no pueden seguir buscando. Están agotados. —dijo Namjoon, buscando una manera de razonar con él.
Jungkook levantó la cabeza lentamente, sus ojos ahora fríos y vacíos, sin rastro del líder que alguna vez fue. Su voz, cuando habló, fue gélida, sin ninguna empatía.
—Quiero que los exterminen. —su orden fue tan directa y llena de furia que hizo que los demás callaran. En sus ojos no había espacio para la misericordia, solo venganza.
Namjoon dudó, como si el peso de las palabras que Jungkook acababa de pronunciar lo hubiera dejado sin aliento.
—Pero... —Namjoon intentó continuar, buscando otra manera de abordar la situación, pero la respuesta de Jungkook fue inmediata, cortante.
—¡Nadie va a comer un solo bocado de alimento hasta que vea al Lobo de la Vida muerto! —gruñó Jungkook, su voz llena de ira y determinación. Su sombra parecía hacerse más grande, más oscura, a medida que sus palabras se dispersaban en el aire. Nadie podía desafiar su mandato.
El silencio que siguió a la orden fue pesado, como si el tiempo mismo se detuviera. Namjoon, derrotado, no tuvo más opción que ceder, aunque sabía que el Jungkook que conocía ya no existía.
—Está bien... —dijo finalmente, su voz apagada. No había manera de cambiar la mente de Jungkook en ese momento, y lo entendía.
Jungkook, entonces, giró sobre sus talones y salió sin decir una palabra más. La manada, ya cansada, solo esperaba cumplir con las órdenes de su líder, aunque en el fondo, todos sabían que lo que realmente había cambiado no era la búsqueda, ni las órdenes, sino Jungkook mismo. El alfa de antes ya no estaba, y el que quedaba solo era una sombra de sí mismo, alguien que no estaba dispuesto a escuchar ni a detenerse hasta conseguir lo que quería, sin importar los costos.
POV Jimin
Meses habían pasado desde el gran encuentro entre el lobo de la vida y el misterioso lobo que Jimin había soñado con encontrar, aquel encuentro que, a fin de cuentas, resultó ser solo eso, un sueño. Un sueño que nunca se haría realidad, y con él, la esperanza de algo mejor.
Ahora, Jimin tenía que lidiar con la realidad, una realidad que incluía a Min Yoongi, quien lo había estado vigilando desde el momento en que todo había cambiado. La presencia de Yoongi no solo lo inquietaba, sino que lo hacía sentirse atrapado en un destino que no había elegido.
Un día, Jimin estaba charlando con Tae, buscando consuelo en su compañía.
—¿Cómo está el pequeño Jihyung? —preguntó Tae, con su habitual sonrisa cálida, mientras acariciaba el vientre de Jimin.
—Bien... sólo patea mucho, es muy juguetón —respondió Jimin, con una pequeña sonrisa en los labios, aunque por dentro sentía que todo a su alrededor se desmoronaba.
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《Herederos》Kookmin
RandomJeon Jungkook un lobo Alfa negro, hijo de la Luna y Park Jimin un lobo Omega blanco, hijo del Sol ambos representan la vida y la muerte. Jimin tiene prohibido ir al lado norte pero que pasara cuando este encuentre a un lobo herido al otro lado de la...