《Capitulo 16》Dios no siempre es bueno

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Todo comenzó cuando Dios creó el universo y el destino. Después de eso, creó a los humanos y a los animales. Y cuando terminó su obra, el Destino se dio cuenta de que la tierra, aunque llena de vida, estaba rodeada por una inmensa oscuridad. Así, junto al Universo, crearon a la Luna y al Sol. Al principio, todo era perfecto: el Sol bañaba el mundo con su luz, y la Luna iluminaba la noche con su resplandor frío y etéreo. Pero a pesar de la belleza de su creación, la Luna se sentía vacía. Y entonces, creó a los híbridos.

No solo lobos nacieron de su voluntad, sino osos, zorros, ciervos y más, todos criaturas entre lo humano y lo animal. Pero lo más grande, lo más importante que la Luna y el Sol trajeron al mundo, fueron sus hijos: Jimin y Jungkook, nacidos de una unión de fuerzas que ni siquiera los dioses podían comprender.

Pero Dios, cegado por la envidia, temía el poder que estos hijos tendrían si se unían. Si alguna vez se encontraban, su reinado sería eterno, su poder indestructible. Por eso, los separó al nacer. Y mientras el universo giraba, mientras la Tierra continuaba su curso, el Destino se vio obligado a someterse a la voluntad de aquel que se llamaba Dios, quien los separó para asegurar su dominio sobre todo lo creado.

Siempre nos han hablado de un Dios bondadoso, de un Dios lleno de amor, de compasión y ternura. Esa es la imagen que nos han enseñado: un Dios que perdona, que salva, que ama a la humanidad. Pero aquellos que han visto más allá de la fachada de amor que Dios se empeña en mostrar, aquellos que han vivido a su lado, a menudo lo describen de manera muy diferente.

Lo llaman cruel. Lo llaman castigador, devastador, asesino. A lo largo de la historia, los hombres han sufrido su ira. El Dios de la Biblia, por ejemplo, es el mismo que exterminó ciudades enteras, el mismo que ordenó masacres, el mismo que destruyó naciones enteras con la excusa de la limpieza y el orden.

"El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor."

Es la frase que todos repiten. Es lo que nos enseñan desde pequeños, pero si buscamos más allá, encontramos un Dios que no solo castigó a los malhechores, sino que también destruyó inocentes. El Dios que arrasó con toda una civilización por su maldad... ¿Dónde queda el amor en todo eso?

Dios ha matado más que cualquier otro ser humano en la historia. Él ordenó exterminar a toda una población para cumplir con su voluntad. El tipo que másacró a millones sobre la faz de la Tierra. Y sin embargo, aún se le sigue llamando el Dios del amor.

Jungkook, sentado en su cama, sintió una ola de mareo. Un extraño vacío en su pecho. Una sensación de furia contenida que no podía entender.

—¿Estás bien? Te veo raro —preguntó Nam, preocupado al verlo tan desconcertado.

—No es nada... Solo siento que me he librado de una gran furia... —respondió Jungkook, pasando una mano por su rostro.

—Si necesitas ayuda, sabes que siempre estaré aquí para ti. —Nam se levantó y salió de la habitación.

—Lo sé... —susurró Jungkook mientras quedaba solo, sumido en sus pensamientos. Algo en su interior le decía que la guerra no había hecho más que comenzar.

En otra habitación, Jimin luchaba contra sus propios demonios. La pérdida de su cachorro le desgarraba por dentro, pero había algo más en su corazón. La culpa, el sentimiento de impotencia. ¿Cómo había permitido que todo esto sucediera? Dios lo había arrebatado todo.

De repente, una suave voz lo sacó de su tormento interior.

Jimin... —dijo una mujer que entró al cuarto con una sonrisa amable. —Sé que no estás bien, pero deberías comer algo.

《Herederos》KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora