11º El secuestro
-Señora, aquí está el hombre al que quería ver- Le indicó el guardia, haciendo una reverencia y alejándose de la puerta abierta.
El hombre caminó al interior de la estancia y se quedó observando a la mujer, que no dejaba de mirarlo con mirada despectiva y con superioridad. Durante varios minutos permanecieron así, hasta que la mujer apartó la mirada con algo de desagrado.
-Tome asiento- Le ordenó la anciana- Lo esperaba hace días, creo que al guardia le ha costado mucho dar con usted.
-Se esconderme bien cuando no me interesa que me encuentren- Le dijo ocupando el asiento que había frente a ella- Pero cuando supe que era de su parte me sentí muy intrigado.
-Tengo algo que proponerle, algo que creo que le gustará.
-¿Qué puede haber que sea de interés de ambos?- Preguntó bastante intrigado.
-Darcy.
El escuchar aquel apellido hizo que se le erizara el vello de la nuca, miró a los ojos a aquella mujer, y al ver aquella seriedad en sus ojos supo que hablaba en serio.
-Soy todo oídos.
-Supongo que estará al tanto de la situación de su cuñada, la señora Darcy- Él negó rotundamente- ¿Y sabe porque estoy yo aquí?- Negó de nuevo- Intenté envenenar a su cuñada con arsénico, y al hacerlo, de manera involuntaria, provoqué que perdiera la criatura que estaba esperando- Wickham escuchaba a la mujer totalmente conmocionado por lo que escuchaba- Aunque ella no falleció, esperaba haber logrado que no volviera a procrear, sin embargo, mi sobrino me ha escrito anunciándome que tras el viaje de un año que han realizado por Europa, han vuelto con un niño de cerca de un año de vida y con la señora Darcy embarazada de nuevo- La mujer tomó aire antes de continuar- Es por ese motivo que requiero de sus servicios.
-¿De mis servicios?- Wickham palideció al sospechar lo que la señora requería de él- ¿Qué es lo que quiere que haga?
-¿No es obvio? ¡Quiero que quite de en medio a ese mocoso y a la señora Darcy, junto a la criatura que espera!
Wickham procesó lentamente lo que la anciana le pedía, sorprendido de que hubiera alguien que quisiera hacerle tanto daño a los Darcy. Él no sentía especial simpatía por Fitzwilliam, era cierto, pero no porque fuera un mal hombre, más bien al contrario, siempre era tan correcto y formal, tan justo, que le daba repulsión, era cierto que lo envidiaba por sus posesiones y títulos, pero jamás había ni siquiera imaginado la posibilidad de dañarlo de aquella manera. Y luego estaba su cuñada, Elizabeth, ella era muy cabezona y directa, y desde que se había fugado con Lydia se había encargado de mostrarle su antipatía, pero también era una mujer dulce y risueña, y de no haber sido por sus ambiciones, hubiera intentado cortejarla, pues era perfecta, la mujer que cualquier hombre desearía.
No tuvo que cavilar demasiado, sabía que debía hacer, así que se puso en pie y miró a la señora a los ojos con firmeza.
-No sé porque tipo de hombre me ha tomado, señora, pero no voy a cumplir sus deseos.
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Por ti vale la pena
RomanceTeniendo antecedentes familiares que lo respaldan, Elizabeth teme no poder darle un heredero a su esposo, y eso le provoca un gran tormento. Darcy tendrá que luchar para que su esposa vuelva a sonreír, aunque esa tarea sea terriblemente difícil.