Introducción

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Introducción

La fresca brisa otoñal soplaba a su alrededor mientras paseaba por los amplios jardines de Pemberley, como hacía cada día desde hacía casi cuatro años, cuando se había desposado con el señor Darcy, dueño de la mitad de Derbyshire y con una renta anual de 10000 libras; y al que adoraba por encima de todo. Había días en los que su esposo iba a su encuentro y juntos paseaban durante largo rato, compartiendo confidencias y robándose pequeños besos que serían catalogados de impropios por la sociedad.

Sin embargo, Lizzy deseaba que esa mañana que esa mañana él no acudiera a buscarla, desde hacía algunas semanas evitaba quedarse a solas con él cuanto podía, no estaba segura de poder disimular su desasosiego si permanecía demasiado tiempo con él.

Soltando un gran suspiro, inició el camino de vuelta a la gran casa, recordando que si se entretenía demasiado podría preocupar a todos, y eso era lo último que quería. Al llegar, se dirigió a su salón privado, como cada mañana, y se sorprendió al encontrar allí a Georgiana esperándola.

-Buenos días, Lizzy- Saludó la joven a su cuñada con una sonrisa.

-Buenos días- Le devolvió el saludo- ¿Ocurre algo? Normalmente vienes después de practicar con el piano.

-Eso quería saber yo, ¿qué te sucede, Lizzy?

-¿A mí?- Preguntó nerviosa- Nada, no me ocurre nada.

-Si no quieres contármelo a mi, no lo hagas, pero deberías hablar con alguien de lo que te preocupa- Le dijo sin perder la sonrisa- Y no intentes negar que algo te sucede, se te nota.

-¿De verdad se me nota?- Georgiana asintió y Lizzy suspiró resignada- Está bien, te contaré que sucede, quizá así consiga que desaparezca esa opresión que tengo en el pecho- Georgiana le tomó la mano intentando darle fuerzas- Temo que tu hermano se arrepienta de haberse casado conmigo.

-¿Qué tonterías dices?- Le espetó Georgiana, sobresaltando a su cuñada- ¿A que viene eso?

-A que tengo la sospecha de que no puedo tener hijos, y si al final tengo razón, es muy probable que tu hermano se lamente de haberse desposado con una Bennet y no poder tener un heredero para el apellido Darcy.

-¿Puedes decirme a santo de qué crees todas estas cosas? ¿Por qué crees que no podrás tener hijos? ¿Y como es posible que creas que mi hermano va a dejarte? ¿Es que acaso te ha hecho algún comentario fuera de lugar?

-Fitzwilliam no me ha dicho nada, si que comentó su deseo de tener hijos cuando vimos a la niña de Charles y Jane, pero nunca me ha insinuado ni exigido nada- Bajó la mirada nerviosa- Supongo que simplemente está esperando a que suceda.

-¿Entonces por qué piensas estas cosas?

-Porque en mi familia hay muchos antecedentes de mujeres que no han podido concebir- Levantó levemente la mirada para ver la reacción de su cuñada, y pudo ver que no sabía a que se refería- Mis tíos, los Gardiner, no han podido tener hijos, por mucho que lo han intentado; dos hermanas de mi abuela tampoco pudieron procrear, y según me contó mi madre, una hermana de mi bisabuela tampoco- Giró el rostro, intentando contener el llanto- Y creo que esta vez me ha tocado a mí.

-Entiendo que estés preocupada por ese asunto, pero aun es pronto para pensar eso, ¿no crees?

-¿Tú crees?- Sus lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas- Ni Jane, ni Mary, ni Kitty han tenido problemas para quedar en cinta al poco tiempo de casarse. Jane anunció su embarazo a los cuatro meses de casarse, Mary se casó hace un año y está apunto de dar a luz a su primogénito, y Kitty ha vuelto de su luna de miel embarazada, y yo llevo ansiándolo desde hace más de un año sin resultados- A esas alturas su llanto era incontenible.

Por ti vale la penaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora